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jueves, 17 de noviembre de 2016

EPIDEMIA DE ENFERMEDADES MENTALES.

Bienvenidos a la distopía post-hobbesiana: una guerra de todos contra sí mismos.
Por George Monbiot columnista de “The Guardian” de Inglaterra.
Las epidemias de enfermedades mentales están aplastando las mentes y los cuerpos de millones de personas. Es hora de preguntarse… hacia dónde nos dirigimos y por qué?
¿Qué mayor acusación a un sistema puede haber que una epidemia de enfermedades mentales? Sin embargo, las plagas de ansiedad, estrés, depresión, fobia social, trastornos de la alimentación, la auto-lesión y la soledad, ahora golpean a la gente en todo el mundo. Las últimas cifras de la salud mental de los niños en Inglaterra son catastróficas y reflejan una crisis global .

Hay un montón de razones secundarias por las cuales aparecen estas dificultades, pero me parece que la causa subyacente es la misma en todas partes: los seres humanos, esos mamíferos ultra-sociales, cuyos cerebros están diseñados para responder empaticamente a otras personas, se están aislando aparte. El cambio económico y tecnológico juegan un papel importante, pero también lo hace la ideología. Aunque nuestro bienestar está intrínsecamente ligada a la vida de otros, en todas partes se nos dice que vamos a prosperar a través del auto-interés competitivo y el individualismo extremo.
En Gran Bretaña, los hombres que han pasado toda su vida en cuadriláteros tales como – la escuela, la universidad, los bares, el parlamento – nos enseñan continuamente a como mantenernos de pie. El sistema educativo se vuelve más brutalmente competitiva cada año que pasa. El empleo es una lucha hasta el borde de la muerte contra una multitud de otras personas desesperadas, que van en busca de menos puestos de trabajo disponibles. Los supervisores de los pobres modernos atribuyen la culpa individual a las circunstancias económicas que se viven. Un sinfín de competencias por televisión alimentan, imposibles aspiraciones de contratos que ofrezcan una oportunidad real.
 

martes, 11 de octubre de 2016

¿VUELVE MARX, O NUNCA SE FUE?

Sin yo buscarlo, ha coincidido que en estos momentos esté leyendo e hiperleyendo un texto y un hipertexto sobre Marx y el marxismo.
El texto es de Althusser sobre Marx y Freud. Un texto claro que cuestiona el tipo de "ciencia" que pueden ser el marxismo y el psicoanálisis freudiano. Es un texto de reciente reaparición después de años semioculto. Y, como no podía ser menos, muy interesante.

Pero lo que me tiene realmente sorprendido es el hipertexto "Noticias de la antigüedad ideológica: Marx - Eisenstein. El Capital 1.  https://www.youtube.com/watch?v=tXG9mtY3aHY&feature=share
Si ya el intento de Eisenstein de filmar "El Capital"  es una osadía tremenda, hacerlo, como él quería, utilizando la técnica narrativa del "Ulyses" de J. Joyce es todo un desafío que los hiperescritores del documento han afrontado a mi parecer con plena solvencia. 
Hay que advertir que el documento completo dura 9 horas, que está subtitulado en castellano y que el comienzo letrista y exclusivamente textual puede desanimar a algunes. Superados esos primeros minutos el hipertexto es muy, pero que muy recomendable como una muy nueva y sorprendente forma de leer "El Capital".

martes, 17 de mayo de 2016

UN ARTISTA DEL BARRIO

En la calle de Bravo Murillo (Madrid), cerca de donde vivo, un artista con formación e imaginación clásica, ha realizado el dibujo que se ve en la fotografía, aprovechando la "forma" de una masa de yeso. Arte en el espacio público.

jueves, 14 de abril de 2016

14 DE ABRIL: DIA MUNDIAL DE LA UTOPIA. INTERNATIONAL UTOPIA DAY.

(English/Français below/dessous)
 Hoy es el día de lo inútil. De lo que no sirve para nada ni es rentable. De lo que no se compra ni se vende. De lo que nunca se alcanza ni se posée. Día por tanto del deseo y la esperanza. De la ilusión y los sueños, de les iluses y les soñadores, de les utópiques.

Today is the day of the useless. What it is useless nor is profitable. What can not be bought or sold. What it is never reached or possessed. Day for both the desire and hope. Of illusion and dreams, and they iluses them dreamers, of them utopian.
Aujourd'hui est le jour de l'inutile. Ce qu'il est inutile ni rentable. Qu'est-ce que ne peut pas être acheté ou vendu. Qu'est-ce qu'il est jamais atteint ou possédé. Journée à la fois le désir et l'espoir. De l'illusion et le rêve, et ils les iluses rêveurs, d'entre eux utopique.

 

lunes, 14 de marzo de 2016

ARTE DE IDEAS / LAS IDEAS DEL ARTE.

En el museo Reina Sofía de Madrid, en la tercera planta del edificio Sabatini, conviven dos exposiciones temporales que merecen mucho la pena: Ignasi Aballí y Hito Steyerl


La antológica de Ignasi Aballí es una exposición de arte conceptual, inteligente y divertida. Arte de ideas. Ese es el territorio en el que el artista se mueve con soltura y sus piezas, sencillas hasta la simplicidad la mayoría de ellas, provocan, cuando menos, sorpresas y sonrisas cómplices. Ocurrencias bien traídas a cuento sobre el tiempo, el color, la luz, ... Arte de ideas.

La antológica de Hito Steyerl, por el contrario, es una continua reflexión sobre el arte. Sobre las ideas del arte, el mercado del arte, los museos de arte, ... Una reflexión cruda y sincera que incluye la vuelta de tuerca de las instalaciones en las que se muestran sus vídeos. Espacios cómodos, confortables y hasta lujosos para ver/oir sus ácidos y hasta corrosivos vídeos. Un contraste que finalmente nos hace entender que la artista también nos está criticando a nosotros, en cuanto participantes, si no cómplices, del oscuro tinglado del arte. Las ideas del arte.

jueves, 3 de marzo de 2016

FONDO PARA LAS ARTES EN MADRID.

Si eres artista, si eres de una asociación cultural autogestionada y sin ánimo de lucro, si eres una persona inteligente e interesada en mejorar las condiciones de vida de los artistas en Madrid, apoya esta plataforma.
 
https://docs.google.com/forms/d/1TAnlROReEv-SmDg8DJCo_ZvuQBNPLuITCLaUix82pUA/viewform

miércoles, 17 de febrero de 2016

UN REFLEXION MUY LÚCIDA.

 Copio a continuación un texto de Tomás Ruiz Rivas -Antimuseo- que comparto totalmente, por su lucidez y pertinencia.
LA CIUDAD DE LAS COCES
(o cómo se rompió el discurso cultural del Ayuntamiento)
Manuela Carmena quería convertir Madrid en la ciudad de los abrazos. Ha descubierto muy pronto que Madrid es en realidad la ciudad de las coces, de las patadas donde más duelen. La idea de los abrazos a mí no me gustaba nada, en primer lugar por la cursilería, y en segundo porque no soy una persona especialmente cariñosa y odio que me abracen si no hay un interés sexual de por medio. La “crisis de los titiriteros” nos ha confrontado con nuestra naturaleza más profunda: somos la capital del esperpento y la mala leche. Madrid es canalla, y sólo puedes quererlo si le coges gusto a su tacto rasposo y al aroma grasiento de los bocatas de calamares. Cuando yo era niño nos odiaban en toda España, a los madrileños, por la chulería. Han sido necesarias cuatro décadas de campañas institucionales, de Tierno a Gallardón, para que nos convenzamos de que Madrid es una ciudad acogedora, amable, casa común de todos, donde los pajaritos se posan en las manos de los viandantes y los camareros te sirven el café con una sonrisa y una canción. Pero en el Madrid que yo conozco las palomas son unas mutantes drogadictas y los camareros te responden al buenos días con un “lo serán para usted”.

En la “crisis de los titiriteros” — sólo escribir el nombre es una ducha de agua fría para los que creíamos que esto tiene arreglo — ha habido tres víctimas: los dos autores, que no pagan por un delito, inexistente, sino por una forma de hacer política en la que andan embarrados todos los partidos, y nosotros, los ciudadanos, víctima colectiva, que nos hemos visto obligados a escoger entre ser o muy malos o muy tontos, o ambas cosas a la vez. Lo siento sinceramente por los dos primeros, que son daños colaterales en sórdidas luchas de poder. Y los victimarios, los culpables, son todos los implicados en este juego de los disparates.

Las guerras culturales, expresión que ha saltado enseguida a la palestra, consisten en eso: “se obliga a los sujetos no sólo a actuar, sino a imaginar su acción dentro de una estructura fantasizada. Dicha estructura, cuyo soporte son los contextos institucionales de todo tipo, puede obligarnos a ocupar la posición normativa, (…), la posición “alternativa” sancionada institucionalmente (…) o incluso instancias opositoras." [1] Esta forma de hacer política, y que nos guste o no está implícita en la noción de “casta” propugnada por Pablo Iglesias, no plantea un debate racional sobre los asuntos que realmente tienen importancia (corrupción, sanidad, educación, derechos sociales, contaminación, política fiscal, movilidad), sino que exige adhesiones a identidades simplificadas; ahí está lo cultural. Este marco ideológico, esta estructura fantasizada, permite fusionar multitud de cuestiones trascedentes e intrascendentes en una narrativa coherente y sencilla. Si defiendes a los titiriteros eres abortista, etarra, lesbiano y tienes piojos. ¿Quién quiere ser todo eso? Preferimos abandonar una libertad tan básica como es la de expresión antes que vernos reflejados en semejante espejo. Así entre nos, a mí me han “presionado” bastantes veces por lo que escribo y ocupo un lugar privilegiado en las listas negras del Ayuntamiento y la Comunidad, sin que importe mucho quien gobierne. Quiero decir que el desprecio a los derechos recogidos en la Constitución no me sorprende, porque eso por desgracia es la norma. Es su transformación en espectáculo mediático, o en guerra cultural, lo que marca un antes y un después.

Yo no tengo mucho que aportar al meollo de este asunto. Deseo, como casi todo las personas que conozco, que sean absueltos los dos titiriteros, César Strawberry, las hermanas del Santo Coño de Sevilla, Abel Azcona y todos los que vengan detrás. Además deberían ser indemnizados, porque en algunos casos se ha infligido un daño que exige reparación. Pero me siento un poco como las Miss Universo cuando desean la paz mundial. Dicho esto, lo que me interesa es analizar el conflicto que se ha detonado en el proyecto cultural de Carmena. Porque lo que ha ocurrido en primer término es que el discurso del Ayuntamiento de Madrid sobre la cultura se ha roto. Se ha quebrado desde dentro sin ninguna posibilidad de que pueda ser reconstruido. Esto es complicado y puede tener resultados demoledores para el tejido creativo de la ciudad, que a duras penas ha sobrevivido a los 25 años de gobiernos del Partido Popular.

¿Qué es lo que se ha roto? La política cultural del Ayuntamiento se basaba en dos premisas erróneas: que hay algo como una cultural popular y que se puede convocar a toda la sociedad a un mismo diálogo. Perdidas estas bases, o acometen una reformulación profunda de sus planteamientos, o se enrocan en la ficción y van excluyendo a los sectores de la sociedad que no encajan en su esquema hasta quedarse aislados. Me temo que la segunda opción es mucho más posible, porque el problema de una parte substancial de la izquierda es que tiene un discurso tan compacto y coherente que a veces se ve obligada a prescindir de la experiencia, de la práctica, porque la vida está llena de contradicciones. El discurso acaba por convertirse en una zona de confort donde uno escapa del sinsentido de nuestra existencia. ¿Serán capaces de abandonar de su zona de confort?

Pero antes de nada voy a fundamentar las afirmaciones anteriores:

El término cultura popular invoca una categoría política inexistente: el pueblo. Una comunidad basada en rasgos identitarios compartidos, como la lengua, la nación, la religión… Su reducción a una difusa clase trabajadora es aún más irreal. Hace tiempo que el pensamiento más avanzado de la izquierda ha desechado esta categoría proveniente del Estado nacional burgués, que necesitaba ofrecer sensación de pertenencia a su fuerza laboral. Los grandes teóricos que han inspirado a la llamada nueva izquierda (Negri, Hardt, Lazzarato…) hablan de la necesidad de crear un nuevo sujeto político que no se base en una subjetividad colectiva unificada, sino en una colección de singularidades. Nuestro mundo es el de la multitud, una categoría acorde con la fragmentación cultural y laboral de las sociedades actuales. Con la movilidad y el desarraigo. Para mí es extraña la insistencia en una cultura popular, cuando deberíamos estar hablando de las culturas de la multitud. Muchas culturas, con frecuencia en conflicto, que dan lugar a públicos y contrapúblicos también múltiples. En conclusión, las que pretenden implementar son políticas que se dirigen a un público imaginario, el pueblo de Madrid, y que en consecuencia excluyen a una infinidad de contrapúblicos que sí existen y actúan. Lo que ocurre en esta situación es que se ven compelidos a construir la cultura popular y su público unificado a partir de retazos de categorías políticas agonizantes. Hasta ahora lo que hemos visto son gestos, una escenificación de la cultura. “Estas instituciones que buscan, cada vez más, satisfacer a las masas, están en un error cuando olvidan que se les ha encomendado que ofrezcan espacio para una cultura pública, en toda su complejidad discursiva, y en lugar de ello pretenden representar cultura para el público". [2]

(Aviso al margen: uno de los fantasmas que se perfilan en estas brumas es el del casticismo, que se presta mejor que cualquier otra figura para rellenar el vacío de manera aconflictiva.)

El primer error, confundir la sociedad actual con los viejos pueblos nacionales europeos, o peor, con una abstracción del proletariado del siglo XIX, les lleva de manera automática al segundo: convocar a la sociedad en su conjunto para debates abiertos, como si todos hablásemos el mismo idioma. No es así, la lengua de la multitud es la de Babel. Estamos condenados a no entendernos. Incluso en los cenáculos de Ahora Madrid y Podemos se habla una neolengua de florida retórica que uno debe dominar si quiere hacerse respetar en las asambleas. Pero la suposición de que exista una unidad esencial de todos los madrileños les ha llevado a desarrollar un modelo de participación asambleísta que está fracasando de manera sistemática. La sociedad se organiza por un lado (pongo por ejemplo nuestra Plataforma por el Fondo para las Artes de Madrid), y ellos convocan por otro en foros a los que no queremos asistir, porque se nos exige la renuncia previa a nuestro lenguaje, a nuestras razones y a nuestros saberes. La cuestión es muy sencilla: ¿debo renunciar a mis 25 años de experiencia, a los miles de páginas de literatura especializada que he leído, y escrito, a las lenguas extrajeras que he aprendido, a mi conocimiento del juego sucio en las instituciones etc., para participar en un debate desarticulado sobre la cultura con ciudadanos especializados en otros campos, o en ninguno? Pues no quiero, porque aunque la cultura sea cosa de todos, como la educación, la sanidad, el urbanismo, etc., para el desarrollo de las respectivas políticas hacen falta foros especializados. Es tarea de los representantes electos el articular estos foros especializados con el resto de la sociedad y gestionar el conflicto.

No me voy a extender mucho. Tengo varias páginas de notas vinculadas a este texto, pero creo que debo centrarme en lo esencial. Y lo esencial es si queremos que en Madrid haya — entre otras — una cultura independiente, experimental, transgresora, que pueda establecer redes con los espacios y organizaciones del mismo tipo que abundan en el resto de Europa y del mundo, y contribuir en la medida de sus posibilidades a que la ciudad que habitamos nos ofrezca las experiencias y conocimientos nuevos que necesitamos para aprender, para crecer como personas, para construir nuestra visión y nuestro lugar en el mundo. Lo esencial es si queremos una ciudad de grandes desafíos intelectuales, o si vamos a quedarnos con la de charanga y pandereta que nos han legado los anteriores gobiernos municipales.

Pues bien, si lo que queremos es un Madrid revolucionado y revolucionario, lo público, lo institucional, tiene que empezar a disolverse en lo civil, en el tejido cultural. La idea de producir cultura desde las instituciones pertenece, como la cultura popular, a la época de la Ilustración. Hace ya 25 años que empezó a circular la noción de rizoma. Y el rizoma está, actúa, crece bajo la tierra y emerge por donde puede. Si la política cultural del Ayuntamiento sigue basada en en gestos como los que hemos visto, enfocada al desarrollo de propuestas propias y a la provisión de contenidos para los mega-contenedores de Gallardón, chocará con la sociedad, con ese tejido creativo de Madrid que ha demostrado ser resistente (o resilente) como las malas hierbas de la meseta. Para los gobiernos del Partido Popular este choque es un objetivo, porque en su ideario la cultura emana de baluartes institucionales que controlan desde sus sillones. Así garantizan un uso patrimonial y propagandístico. El tejido creativo ha sido y es tratado como un enemigo por parte de las administraciones públicas gobernadas por ellos. Pero para Ahora Madrid, para la izquierda en general, debería estar claro que la cultura es un espacio de conflicto donde la sociedad tiene toda la iniciativa. La sociedad civil, no el gobierno y sus instituciones.

Estimada Manuela Carmena: las guerras culturales han llegado para quedarse. Luchemos y ganémoslas, pero no en el campo del enemigo, sino en el nuestro. Porque a esta ciudad hay que darle la vuelta como a un calcetín, y una gran mayoría de madrileños, votantes o no de Ahora Madrid, queremos y trabajamos por el cambio.

[1] Yúdice, George
El recurso de la cultura
Gedisa, Barcelona 2002
Pág 69
[2] Those institutions that increasingly seek to crow-please are at fault when they forget the fact that they are tasked with providing a space for public culture, in all its discursive complexity, and instead seek to represent “culture to the public”.
Drabble, Barnaby. On De-Organisation.  En Self-Organized. Hebert, Stine y Szefer Karlsen, Anne eds. Open Editions/Hordaland Art Center. London 2013. Pág 20.

lunes, 23 de noviembre de 2015

ARTE Y MEMORIA.

Entre ayer y hoy he conocido tres eventos en los que se trabaja con la memoria. Dos son eventos artísticos con gran carga política y el tercero es directamente político.
Como es bien sabido, una de las principales funciones de la memoria es el olvido. Sin el olvido no podríamos vivir. El olvido tiene como objetivo librarnos de toda la información inútil y dañina que acumulamos en la vivencia diaria. Es una función saludable y muy necesaria que nos ayuda a superar el dolor y el tedio.
Parece sin embargo que los comisarios del apartado "Appunti", dentro de #ineditos2015 que se presenta en La Casa Encendida de Madrid, no lo han tenido en cuenta. O lo que puede ser peor, han decidido que preferían traer a la memoria a alguien que sólo merece el olvido. Así, en la sala donde presentan su trabajo, podemos ver una serie de fotografías que la infame Leni Riefenstahl le regaló al no menos infame A. Hitler con motivo de un cumpleaños. Dos personajes que tendrían que estar bien cubiertos de polvo pero que estos jóvenes comisarios se empeñan en actualizar. ¿Por qué? ¿Es una reivindicación? ¿Es preparar el camino para que las acuarelas del dictador alemán salgan al mercado? ¿Es una celebración de la estética nazi que creó la cínica Riefenstahl? Voy a procurar no olvidar los nombres de estos impresentables comisarios para evitar cualquier tipo de relación con ellos.

El segundo evento artístico es un vídeo que hace circular en Facebook el blog "Contraindicaciones", del artista Reuben Moss. Es la parodia de un noticiario donde se difunde la noticia de que Franco sigue muerto. Pero el artista y el blog se empeñan en resucitarlo. Ignoran la función limpiadora del olvido, o tratan de sacar partido a lo que consideran una "veta" provocativa. Acabarán llevando al muerto al panteón de hombres ilustres, como hicieron en Francia con el dictador Napoleón.

El tercer evento es la convocatoria en un hotel muy céntrico de Madrid de un acto en homenaje a Franco, organizado por la fundación que lleva el nombre de quien tanto daño le hizo a este país. Esta vez clara y abiertamente contra el olvido. Hay también una campaña en los media para recoger firmas contra la celebración del acto. Unos y otros se empeñan en hacerlo presente.

¿Cuándo podremos quitarnos de encima tanta carroña memorabilística?



jueves, 10 de septiembre de 2015

LAS MENINAS (DE VELÁZQUEZ) EN CANIDO.







 El año pasado asistí por primera vez a esta fiesta civil del arte que nada tiene que ver ni con lo religioso ni con lo militar. MENINAS DE CANIDO va ya por su VIª edición. Y creciendo. Cada año, a principios de setiembre, crece el número de artistas que se suman a la propuesta de pintar, instalar, fijar, ... meninas en las paredes del barrio de Canido en Ferrol (A Coruña). Es una manera de reivindicar la zona que está, como gran parte del Ferrol antiguo, en  decadencia acelerada. Y es una explosión de creatividad. Hombres, mujeres y niños participan y realizan sus meninas con materiales, técnicas y tamaños libres. Pero además la fiesta incluye actividades como teatro, talleres de técnicas diversas, recitales de poesía y música. Música cada día con artistas de la zona que van desde el rock a las músicas del mundo, desde el dixieland a la música brasileña. Cultura y espectáculos para todos los gustos -o casi todos- en el que es, sin duda, el barrio con mas personalidad de Ferrol.  

lunes, 24 de agosto de 2015

NACHO CRIADO: NADA QUE DECIR.


Conocí brevemente a Nacho Criado. Fue al final de su vida, cuando él ya sabía la gravedad de su enfermedad. Trabajé con él en un par de sus instalaciones. No puedo decir que nos hiciéramos amigos, pero si que mi admiración por su trabajo se quedó corta ante mi admiración por su persona. Su trato conmigo fue siempre amable y hasta próximo. Y cuando le invité a participar en la grabación de la Ursonate que yo comisariaba, aceptó inmediatamente aunque no había dinero por medio.
Hoy, porque expresa exactamente mi sentimiento, he recordado una de sus muy inteligentes proposiciones: "Nada que decir, nada con qué decirlo y la voluntad de hacerlo". 
(He citado la frase de memoria y es posible que no sea literalmente así, aunque contenga todo el sentido de la frase original.)

domingo, 9 de agosto de 2015

GRACIAS, FERNANDO CASTRO.

Hace ya tiempo que lo pienso; cinco años más o menos, cuando abandoné la co-dirección de Acción!MAD. Y alguna vez he escrito sobre ello, con motivo de la inauguración de un museo dedicado a Fluxus en Alemania. Pero ahora encuentro este artículo de Fernando Castro Flórez: "Bienalización y desactivación de la performance" publicado en input.es y no puedo por menos que alegrarme de que, al fin, alguien más lo diga. Estando muy de acuerdo con su análisis, creo que hay un factor que olvida y que es determinante en esa "degradación" del arte de acción: la enseñanza que se trasmite en las facultades de Bellas Artes y quienes la imparten, preocupados solamente por la inclusión del Arte de Acción en el territorio institucional del arte, y su propio ascenso en ese territorio.

Dicho esto, lo mejor es leer el texto de Fernando Castro: 

Performance en tiempo de la estética desechable

Negri señaló, en su magnífico libro La anomalía salvaje, que el pensamiento revolucionario tradicional fue a recoger del barro los estandartes de la burguesía: “¿Recogió otra cosa que barro? Viendo su historia, cabe preguntárselo”. Asistimos, en los últimos años, a una anómala recuperación del performance, con exposiciones de figuras históricas, desde Marina Abramovic a Yoko Ono, en los McMuseos de referencia o programaciones pretendidamente refrescantes en centros de arte que aparentemente desbordarían la lógica del gueto. El retorno de lo real performativo es, aunque sea en una clave perversa, contemporáneo del manierismo del reality show y de la invitación generalizada a que convirtamos nuestra vida en un “muro de obscenidades” y en una trama de narcisismo(s) inequívocamente insignificantes. Pasamos de la mirada presente del artista a la proliferación viral de los gatos en la red como si no tuviéramos otro destino que la regresión infantil (la deposición de la mirada ajena en una toma de conciencia anacrónica de la timidez perdida) o el patetismo (en una escalada de lo melodramático que hace que el efecto de verdad sean las lágrimas de cocodrilo).
“The Abramovic Method Practiced by Lady Gaga” (2013)
El conatus (valga la terminología para-spinoziana) performativo tendría que poner en marcha lo inaudito, mejor “hacer delirar lo real”. Más allá del sedentarismo teatral o de la disciplina musical, fracturado el marco pictórico al adoptar la dimensión de un territorio sobre el que dejar que las pulsiones gotearan y desmantelado el pedestal de la historia-monumental-estatuaria, tendríamos que haber experimentado algo que “se desencadena”, un ejemplo de suerte no intencionada. En la atopía del happening se trataba de provocar lo inquietante, definido por Alexander Kluge como algo que quiebra la costumbre y que “desde hace tiempo sé que es terrible. Un déjà-vu, en definitiva”. Esas acciones repentinas en las que parecía que podía ocurrir de todo debían vencer la rutina de los rituales artísticos aunque para ello tuvieran que marginalizarse o recurrir a procesos de mistificación en los que no faltaron lo pseudo-orientalizante, la parodia de las iniciaciones místicas o incluso la pretenciosidad “chamánica”. No faltó, como es bien sabido, una ración excesiva de tedio y una tendencia a generar la complicidad de los enteradillos. La paradójica recompensa de esa peregrinación ascética ha sido la entronización contemporánea de la gerontocracia performera.
Lo “inadecuado” del performance ha sido sometido a una serie de racionalizaciones, en el sentido freudiano, que inscriben en horizontes de sentidos cruzados aquello que, de otro modo, sería intolerable. Carlos Granes ha señalado que la última performance moderna fue Paradise Now de Living Theatre, que intentó poner en escena un estilo de vida que atentaba contra la estandarización de la vida occidental; los “herederos” de Artaud, tratando de poner en escena la vida en lo que esta tiene de irrepresentable, se encontraron por casualidad con Mayo del 68 para, al poco tiempo en Berkeley, descubrir que sus provocaciones al público no estaban a la altura de la revuelta estudiantil. La peripecia de esos hippies tratando de “favelizarse” en Brasil no llevó a la liberación de los oprimidos sino a una angustiosa proyección de sus fantasías sadomasoquistas. En la época de la producción del “hombre desechable”, verdadera chatarra, aquellos que no reciben nada a cambio de la violencia que padecen y sencillamente están de más, la pedagogía crítica del Living Theatre venía a concretarse como un double bind: voluntad de traducir una insurgencia pulsional que provocaba una “interpelación ideológica” en la que propiamente solamente se podía generar estupefacción y, al mismo tiempo, narcosis en la atmósfera de una desubicación presuntamente emancipatoria. La performance fue una estrategia de escape fabulosa al ofrecer a los artistas la ilusión de salirse de ellos mismos y de convertirse en otros cuando lo que acaso estaban encarnando era una forma desconcertante del despotismo ilustrado.
"Paradise Now" (1968), The Living Theatre
“Paradise Now” (1968), The Living Theatre
Ahora que tanto interés (más que economía del arte, mascarada curatorial) se tiene por el “arte -así llamado- útil” podríamos conjeturar que el performance tiene ciertos rasgos de estética desechable. Aquella mezcla, típicamente sesentera, de malestar cultural y desencanto, de osadía y torpeza deliberada, expandida como una insubordinación gratuita y sin fondo ha generado raros beneficios musealmente rentables. “En las democracias occidentales -apunta Carlos Granes con un tono tan lúcido cuanto recalcitrante-, poca diferencia existe hoy entre las performances más radicales y los flash mobs, las atracciones de discoteca, las denuncias antitaurinas, los espectáculos de las cantantes pop, las campañas para recaudar dinero en Facebook, los comerciales de televisión o varias formas de entretenimiento como el porno, el freak show, el reality, el rave, la casa de los horrores o una mezcla de todas las anteriores. La asfixiante insistencia de los mismos actos demostró a la larga que el cuerpo no comunicaba lo incomunicable, como pensaba Artaud. Las performances que volvían una y otra vez sobre los mismos movimientos, desplantes o estrategias demostraban algo bastante más mundano: que la osadía sin talento degeneraba en repetición”.
Tras unos años de situacionismo post-productivo (un modo como otro cualquiera de atemperar “relacionalmente” la deriva históricamente anti-artística y dar crédito a un neo-apropiacionismo tendencialmente plagiario) se consiguió engendrar al performer bienalístico como legítimo heredero de aquella “educación del des-artista” que Kaprow propusiera. Poco importa, aparentemente, que los eventos actuales sean una completa tergiversación del happening que se negaba a ser repetido, sacaba al público de su posición o renunciaba a cualquier tipo de ensayo. En la extraña exposición que sobre Alan Kaprow se hizo el año pasado en la Fundació Tàpies se asistía a una reactualización que funcionaba como una magnífica ideología del “traidor-traductor”, aunque en este caso la mala lectura, en términos de Harold Bloom, no producía ningún efecto poético sino meramente daba cuenta de un modo de la “angustia de las influencias”: el apofrades o retorno de lo reprimido. Agotado el potencial inquietante de la “performance delegada”, por ejemplo en la reiteración literalista de Santiago Sierra al convertir el fetichismo de la mercancía marxista en una burda jerarquía del capataz, ha surgido una modalidad de lo que calificaré como el performance citacionista. Si en la edición del 2013 de la Bienal de Venecia, Tino Seghal ganó el León de Oro con una serie de acciones coreográficamente anodinas y con cierto tono regresivo, en la propuesta actual de Okwui Enwezor parece que el “modo épico de la verdad” requiere de la lectura-político-performativa: Isaac Julien lleva, literalmente, al escenario El Capital de Carlos Marx.
“The Sinthome Score”, Dora García
Cuando la política no tiene ningún recurso simbólico y la represión funciona día a día como una contraviolencia preventiva, ciertos artistas vendrían a defender el potencial utópico de aquellos textos que estaban asociados a un “espectro que recorría Europa”. Ahora no es el comunismo sino el austericidio la “ley” de un tiempo desquiciado. ¿Qué sentido tiene citar o, mejor, re-citar a Marx o para qué se publican, al modo de un facsímil, páginas de El contrato social de Rousseau en el voluminoso catálogo de la Bienal de Venecia? La respuesta más sencilla sería la que vinculara esta escenificación pretendidamente crítica con el postureo compulsivo del hipsterismo. También podemos entender que aquí late un momento de verdad en la forma del espectáculo consumado de su fracaso. O incluso estamos tentados de leer estos actos recitativos como un neo-victorianismo, en la estela inconsciente de aquella “voluntad de saber” que Foucault describiera en el primer volumen de su Historia de la sexualidad. Puede que lo que hayan recogido, en vez del barro de la historia de la burguesía, algunos performers de la tradición post-vanguardista (algo que parece un oxímoron pero que dada la política expositiva que transforma lo antagónico en exvoto perfectamente climatizado) no sea otra cosa que los confetis de una fiesta en la que era posible colarse con total impunidad. Dora García, experta en lo “inadecuado” (subvencionado estatalmente), ha montado otro performance en esa línea cuasi-hegemónica del “citacionismo” solo que ha preferido yuxtaponer la lectura del seminario del síntoma de Lacan con un remake de coreografías de Pina Bausch o Trisha Brown. Una acción ejemplar o, por citar a Valcárcel Medina (uno de los grandes indisciplinados e intempestivos del arte en el tiempo de lo mercantilmente desechable), fascinantemente perogrullesca. En el número 4 de la revista Input, Dora García daba una respuesta sintomatológica a la pregunta de Juan José Santos sobre si El Capital se va a convertir en un mantra por obra y gracia de la lectura que se realiza en la Bienal de Venecia: “Debo confesar –dice sin rodeos la creadora fascinada, nada más y nada menos, por el Finnegans Wake– que no lo he leído. Aunque sé de lo que trata”. Fabuloso reconocimiento de la vaporización marxista y de la condición innecesaria de la lectura. Tenemos suficiente con el ritual recitador.
“Liberarse de un pasado molesto –vuelvo a citar a Negri- tampoco sirve para gran cosa si uno no se dedica al mismo tiempo al goce del presente y a la producción del futuro”. All the World’s Futures [título de la Bienal de Venecia 2015] nos recuerda, valga la paradoja, por medio de performances des-activados que el imperativo a “gozar del síntoma” se asienta en el olvido contemporáneo de la función estructurante de la Ley y de la Prohibición. Abundan performers doctorados en aburrimiento, capaces de colapsar cualquier atisbo de curiosidad, carentes de “poder de presciencia social”, incapaces de tener la empatía de los cantantes callejeros, reacios al entretenimiento popular. A falta de consignas que tracen el horizonte de algo mejor, tal vez se pueda tomar el megáfono para invitar no tanto a una misa cuanto a una revolución sin esperanza. Bertrand Ogilvie da por sentado que esto es contradictorio pero también tiene claro que no resulta fácil encontrar algo que no lo sea. La lectura que ha realizado Tania Bruguera de Los orígenes del totalitarismo, sometida a reclusión domiciliaria por el poder castrante (nunca mejor dicho) cubano, mientras se desplegaban los eventos de la Bienal de la Habana, funciona como un ejemplo contradictorio de nuestras “salvajes anomalías” cuando el performance es, al mismo tiempo, un desecho y un producto. Las brigadas que abrieron una zanja con gran estrépito junto a la casa-inquietante donde un libro materializaba el arte de la resistencia estaban, sin saberlo, dotando de una verdad inusual o inhóspita a un performance. En vez del barro de la burguesía, generaron las ruinas de la revolución.
“100 horas de lectura del libro «Los orígenes del totalitarismo»”(2015), Tania Bruguera

viernes, 7 de agosto de 2015

ELEMENTOS DE LA ACCIÓN.

Tradicionalmente se han entendido como elementos básicos constituyentes de las acciones el Tiempo, el Espacio y la Presencia.
Tiempo y Espacio son básicos y precisos, pero Presencia es algo más difuso, aunque se sobreentienda que la presencia es la del artista (M. Abramovich: "La artista está presente"). También porque hay quien entiende que la presencia incluye la ausencia. Y también porque la mera presencia no necesariamente implica una acción: estar no es hacer, aunque artistas como Isidoro Valcárcel lo han considerado asi.(I.V.M. "Una mala acción" Acción!MAD10)
Tratando de evidenciar esta contradicción he enviado a Domingo Mestre a Valencia, para el Festival Intramurs, la siguiente partitura de acción:

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¡INACCION!
VALENCIA “INTRAMURS”

“La libertad, y el verdadero alcance de nuestra acción queda definido, más que por lo que hacemos, por lo que podemos no hacer.” Andrés Carretero sobre un texto de G. Agamben.

Robert Fillou: En la economía poética lo bien hecho es igual a lo mal hecho y es igual a lo no hecho.

A pesar de M. Abramovic.

PROPUESTA DE ¡INACCIÓN!:
Quien decida realizar la acción debe dirigirse a un ángulo del espacio donde se estén presentando las acciones, visible para les asistentes. En el ángulo se situará de pie, cara a la pared y por tanto de espaldas al público. Una vez situado dirá en voz bien alta, para que sea escuchado por les presentes:

EL/LA ARTISTA ESTÁ PRESENTE

Cada cinco minutos, sin cambiar la posición, deberá repetir la frase; con lo que, en los 20 minutos de duración de la acción, la habrá repetido 5 veces.

La acción puede desarrollarse simultáneamente con otra(s)

Hilario Alvarez.



PS: También cabe la posibilidad de fotocopiar esta hoja y repartirla entre asistentes y participantes; y cabe también que la realicen varias personas poniéndose de acuerdo en el orden.

BREVE CURRI:
HILARIO ALVAREZ DIAZ
Béjar (Salamanca)
1.950
Actualmente reside en Madrid.


Comenzó su actividad artística en 1986.
Artista de Acción en activo desde 1993.
Desde entonces ha realizado acciones en pueblos, ciudades, capitales, calles, plazas, barrios, trenes, ríos, caminos, carreteras, bares, espacios, teatros, palacios de congresos, salas, galerías y museos. Nacionales e internacionales.
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Una propuesta que quiere solventar esta contradicción del hacer/no hacer - estar/hacer, presencia/ausencia, sería considerar más específicamente que los materiales esenciales de la acción son: Tiempo, Espacio, Materia y Energía, que son las cuatro entidades materiales básicas y que amplían el espectro de las acciones hasta incluir los materiales usados, algo que ya muchos artistas de acción hacen y también entra en juego la energía que se usa para hacer la acción, lo que cuestiona profundamente la ausencia como forma de presencia, y la mera presencia como acción.
 

 

miércoles, 24 de junio de 2015

LA PIEL DEL OSO. OPINIÓN.

Ayer, 23 de junio de 2015, a las 12h tuvo lugar en el Auditorio 200 del CAM Reina Sofía de Madrid la presentación de la "Mesa Sectorial del Arte Contemporáneo". Un pomposo e inexacto nombre, como dejó muy claro uno de los asistentes. El acto servía para presentar a los componentes de la "Mesa", así como sus reivindicaciones recogidas en un documento de cuatro páginas firmado por los "presidentes" de las diferentes asociaciones que componen la mesa a saber: Asociación de directores de museos de arte contemporáneo, Consejo de críticos y comisarios de artes visuales, Consorcio de galerías españolas de arte contemporáneo, Federación estatal de asociaciones de gestores culturales, Instituto de arte contemporáneo, Unión de asociaciones de artistas visuales y portavocía de la red de artistas contemporáneos de España, Sociedad española de teoría y estética de las artes, Mujeres en las artes visuales. (Todo con muchas mayúsculas, por supuesto).

Antes de que comenzase la presentación pude escuchar lo siguiente, pronunciado por Oliva (¿Arauna?) dirigiéndose a otra asistente: "Vengo para saber qué se va a pedir". "Si no te pones un poco fuerte no te escuchan. Con buenas palabras te torean". Me quedó muy claro, junto con la lectura del documento, lo que estaba haciendo en esos momentos, que de lo que se trataba era de gremialismo puro y duro. Corporativismo si se quiere usar un término más moderno pero igual de injusto: ¿Qué hay de lo nuestro?

Presidía la mesa José Díaz y ocupaban el resto de los puestos Armando Montesinos (Consejo de críticos y comisarios), Carlota Alvarez Basso (Directores de museos), Marisa González (Mujeres en la artes visuales), Isidro López Aparicio, (Unión de asociaciones de artistas visuales) , Alberto de Juan (Consorcio de galerías), Rocío de la Villa (Sociedad española de estética) y Ana Velasco.

Fueron presentando cada uno de los tres apartados del documento de reivindicaciones: I Buenas prácticas, II Recursos económicos y financiación y III Educación y política cultural. En su intervención, Isidro López Aparicio habló de ganar "fuerza de presión". También dijo que aunque no le gustaba la palabra lobby, ... (En ese momento me pregunté si a eso se refieren las buenas prácticas). Alberto San Juan dijo que "Hay que presionar hasta que las instituciones reaccionen al ataque". Puso como modelo Francia, donde, según dijo, los primeros 40.000€ ganados por un artista están exentos de impuestos. José Díaz habló sobre la actual demanda popular de "otra forma de hacer las cosas". Dijo también que habría que ampliar la participación de asociaciones, pero, eso si, "de profesionales". Carlota A. Basso propuso no esperar a que los políticos pregunten. "Hay que llamar a sus puertas ahora". José Díaz explicó que ya habían tenido algún encuentro con el Ministerio de Cultura (¿?), en el que habían encontrado (estupendo lapsus) "buena disposición, aunque sea de una Administración saliente".

A una pregunta de Oliva (¿Arauna?) José Diaz dijo que "lo que se pide no es nada nuevo. Todo se lleva pidiendo desde hace muchos años." Al respecto debo recordar la intervención de Tomás Ruiz Rivas (ANTIMUSEO) en el último evento del ciclo "Pensar lo impensable" -MediaLab, Madrid, 05.06.2015- en la que hablando precisamente de la Mesa Sectorial del Arte Contemporáneo dijo que "Reclama más presupuestos para el arte. Pero esa no es la solución porque lo que hace es continuar el sistema tal como está, solo que con más dinero". Clarividente análisis, como todos los suyos. (Muy recomendable seguir su blog: antimuseo.blogspot.com.es )

Algunas perlas más que se dijeron en el coloquio: "No será la huelga, pero hay que tomar medidas que respondan a las negativas" (de la Administración, se supone). Montesinos: "Constituirse como elemento propositivo  y dialogante. Separar lo profesional de lo político (¿¡!?) Elección de los directores de museo mediante concurso público". Carlota A. Basso: "Como "Si se puede" hay que hacerlo, porque estamos a las puertas de unas elecciones". 
Parece pues que los componentes de la Mesa y sus representados ya dan, como los inversores en bolsa, por descontada la derrota del PP en las elecciones y lo que están haciendo es repartirse la piel del oso ... ¡antes de haberlo cazado!


miércoles, 17 de junio de 2015

FLORENTINO EN EL MATADERO.

 

En esta bitácora ya he dicho varias veces que me parece horrible el nombre que "alguien" del ayuntamiento de Madrid se empeñó en darle a este espacio dedicado, en principio, a las artes: Matadero.
No puedo evitarlo, pero siempre resuena  algo así como el "Viva la muerte" del funesto general tuerto Millán Astray, al que Unamuno contestó con un "Venceréis, pero no convenceréis". Casi cien años después, la muerte sigue siendo política cultural del ayuntamiento.

    Que la obra de Florentino Díaz tiene un hálito poético insoslayable, queda patente cuando uno intenta una definición de la instalación que presenta en el espacio Abierto por Obras: es una casa hecha de puertas. La iluminación, el agua que cae constantemente con un sonido también incesante, agua que, a veces, rebosa de los contenedores dispuestos para recogerla y se esparce por el suelo, todo contribuye a dar al espacio un aire de "melancólica tristeza".

 Pero hasta ahí llega la poesía. Luego viene la constatación de que Florentino Díaz se ha equivocado.  Doblemente equivocado. Primero al aceptar ese espacio para su instalación, porque queda muy claro al visitante que entra al recinto, que el espacio "le queda grande" a la instalación. Y luego porque la instalación es un refrito de su pieza anterior "El estanque de las tormentas" más unos vídeos editados con imágenes recogidas en mercadillos de viejo y que, por mucha memoria que encierren, no tienen nada que ver con "la casa de puertas". Son un añadido innecesario e incómodo, porque nadie se para a ver todo de todos los vídeos, con lo que su contenido queda rebajado al nivel de anécdota vacía de todo encanto poético.

  El espacio Abierto por Obras y el Matadero en su conjunto, están concebidos para el arte-espectáculo. Y burro grande, ande o no ande. Por eso pasa lo que pasa, que las propuestas que no entran por ese aro son "matadas" y engullidas por las fauces abiertas del matadero.
    




domingo, 14 de junio de 2015

XUBIA/XUVIA Y EL ARTE MINIMAL.

Xubia, también escrito Xuvia, es una población del Consello de Nalón en A Coruña. Hace un par de días estuve allí una horas y encontré un estupendo paseo junto a la ría, con buenas esculturas mínimal/póvera. Quien eligió y quien realizó tiene(n) criterio. Véase si no:

















viernes, 17 de abril de 2015

¿EL ARTE DEBE DOLER?

Activar el enlace para encontrar una reflexión muy, pero que muy pertinente, sobre el arte actual; sus actores y sus detr-actores.

http://pensacions.blogspot.com.es/2015/03/el-arte-debe-doler-perezosos.html

miércoles, 25 de febrero de 2015

GERALD RAUNIG. ARTE Y REVOLUCIÓN.

He copiado este texto del blogContraindicaciones. 
Creo que merece la pena por lo concreto del análisis.

Arte y Revolución
Conversación con Gerald Raunig
Por Javier Montero (publicado originalmente en Redes Secretas)
I want to be a machine
Ultravox
El filósofo y teórico del arte austriaco Gerald Raunig es uno de los pensadores contemporáneos más interesantes y originales. Investiga temas como la crítica de la creatividad capitalista, la producción de bienes comunes, la relación entre arte y activismo político o la crítica de la representación. Es autor de textos tan influyentes como ‘Art and Revolution’, una crónica alternativa y no-lineal de las revoluciones estético-políticas siglo XX. La conversación comienza en torno a su nuevo libro ‘Factories of Knowledge’, recientemente publicado por el The MIT Press, del Massachusetts Institute of Technology, para luego ir explorando otros territorios, teniendo muy presente el momento de efervescencia que estamos viviendo en los últimos tiempos.
ARTE 1: sobre la creatividad
1. Distopia: ¿hacia el final de la creatividad?
Es muy interesante la idea que sugieres en tu libro sobre cómo la paulatina modulación y colonización de la creatividad, “que afecta a los modos de subjetivación y a las formas de vida (…) tiene el potencial de agotarla” (pp.103-4). La creatividad como un régimen que puede llegar a un punto muerto bajo ciertas condiciones políticas es una visión distópica, al tiempo terrible y fascinante. Tiene mucho ver con una idea que me viene rondado la cabeza. La llamada cultura de la transición, aunque no me gusta demasiado este término, más que una serie de productos y autores/marcas, se trata de la producción de un imaginario que es fundamentalmente incapaz de pensar y pensarse fuera de sus instituciones, jerarquías y reglas. Este régimen estético ha producido auténticas distopias como la burbuja inmobiliaria española, paisajes de pesadilla de una fealdad extrema que puede ser calificada como política. ¿Podrías desarrollar más la idea de ese posible escenario?
Gerald: Sí claro. Depende de qué clase de creatividad estemos tratando. Si hablamos de la producción subordinada como ocurre en las industrias creativas, ésta podría continuar estancada a modo de una eterna repetición indiferenciada. La máquina capitalista tiene una concepción del tiempo basada en la lógica lineal del pasado, el presente y el futuro, así como en la idea teleológica de progreso como sentido último de la historia. En este sentido podemos llegar a un tiempo sin creatividad, donde simplemente nada ocurre, nada más es creado, tan solo una eterna repetición indiferenciada de lo mismo. Pero si pensamos el presente no como un momento de transición entre el pasado y el futuro, sino como un tiempo donde y cuando las cosas se expanden, este ‘llegar a ser presente’ es un tiempo muy específico de creatividad.
2. El ‘intelecto transversal’
Los aparatos destructores de la creatividad de las instituciones disciplinarias, la aplicación de los criterios, métodos y valores de negocio a la subjetividad, la precarización total, la subordinación de nuestros deseos… En ‘Factories of Knowledge’ trazas un mapa de la creatividad como herramienta de control de los medios de producción de subjetividad. El artista se ha convertido en el modelo empresarial y la creatividad en una piedra angular del capitalismo. El resultado sería la precarización de las condiciones de vida, el ‘yo’ como marca, el auto-control, la auto-disciplina y el gobierno neoliberal del individuo. En este régimen, ¿cómo podría ser desarrollada una producción artística experimental, antagonista, desbordante y constituyente?
Gerald: Creo que debe evitarse la separación de lo estético y lo político. De modo que no estoy seguro como la producción artística en una campo social específico, ‘el mundo del arte’, podría ser salvaje, experimental o desobediente. Si hablamos de transversalidad, en su propia definición está la capacidad de enrarecer el orden de los campos sociales. Mi propuesta sería insertar en los movimientos activistas los conocimientos estéticos y técnicos específicos de las personas que trabajan como artistas. Y no hacerlo como especialistas que realizan su labor en un nicho cerrado dentro de compartimentos estancos, sino mezclando sus saberes con otros componentes de una ‘intelecto transversal’ [‘transversal intellect’].
En ‘Factories of Knowledge’ hablas de ese ‘intelecto transversal’, “que se mueve a través de la dicotomía entre lo individual y lo colectivo” (p 66) como un desbordamiento crítico de la noción del ‘General Intellect’ o conocimiento social. ¿Puedes desarrollar esta idea un poco más y las maneras en que puede ser inventado hoy en día?
Gerald: La intelectualidad social es plural, es maquínica. No es la cualidad vaga de una ‘inteligencia colectiva’, tomando recursos de una reserva de ‘know-how’, que sería tan identitaria y cerrada como la imagen de la inteligencia del individuo limitada por un cuerpo humano. La intelectualidad social se conecta a la corriente de pensamiento que permea lo individual y lo colectivo.
El hecho de que, como escribe Marx, “las condiciones propias de los procesos de vida social hayan pasado al control del General Intellect”, no tiene únicamente una cualidad emancipadora. Su ambivalencia consiste en que, hasta cierto punto, esto se ha hecho realidad en el capitalismo cognitivo, no sólo como el control de las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de las personas, sino incluso también como una valorización de la cooperación e incluso del propio pensamiento. Toni Negri, Paolo Virno y otros escritores post-operarios conceptualizan este cambio como el “comunismo del capitalismo”. El General Intellect y su control sobre los procesos de vida degeneran aquí en una sumisión completa del intelecto y el lenguaje, de la información y la comunicación, de la imaginación y la invención.
El intelecto que no asimila los flujos del conocimiento social en una unidad general universal, el intelecto que no debe nada a esta forma de unidad y no necesita despegarse de ella, debe ser inventado como intelecto transversal. Y es transversal porque emerge al atravesar las singularidades del pensar y del hablar, fabricando conocimiento: una corriente maquínica de pensamiento que se mueve a través de la dicotomía de lo individual y lo colectivo, que permea los individuos y los colectivos, habita los espacios entre ellos. El intelecto transversal es afectado por corrientes y enjambres orgiásticas; soviets nómadas de producción de conocimiento que trazan líneas de escape de los viejos modelos de la vanguardia histórica y de la universalidad.
3. Instituciones culturales: de lo público al común
Las instituciones artísticas pública y privadas han sido las productoras tradicionales de valor estético [valorización]. En tu ensayo ‘Art and Revolución’ investigas máquinas complejas que desafían y tratan de subvertir esta noción, al tiempo que están inmersas en la vida cotidiana. Las grandes instituciones como los museos contemporáneos, fundaciones, galerías, casas de subastas y ferias de arte todavía generan, financian, estructuran, negocian y determinan el valor de los trabajos y procesos. Da la sensación de que las propias instituciones tratan de combatir la amenaza de pérdida del monopolio con la auto-referencia del proceso de la pérdida del monopolio, usando la producción para justificar su propia mediación.
¿Estamos viviendo el final del monopolio sobre la generación de valor? ¿Cómo crees que sería posible revolucionar las instituciones culturales?
Gerald: Creo que es importante que la institución artística no sea considerada ni como un apéndice del estado o del mercado del arte ni como heterotopía, es decir, algo que podría funcionar por si misma independiente de ambos. ¿Qué ocurre si es capaz de transformar el aparato del estado desde su interior, hasta el extremo de que llega a ser una potencial institución del común?
La crisis no es sólo económica. No solo afecta a los presupuestos; en el mejor de los casos, fuerza a la institución a pensar en un funcionamiento diferente en el que entre en relación con nuevos agentes sociales y nuevas geografías. Es exactamente en esta ruptura, provocada por la crisis de la institución artística, donde puede ser imaginada una ofensiva que impulse la transformación de la ‘institución pública’ en la ‘institución del común’. El punto es reorganizar los restos de la esfera pública civil y de la sociedad concebida como socialdemócrata, para transformar lo público en común. En cierta manera, esto implica nada menos que inventar de nuevo el estado. O mejor, inventar una nueva una nueva forma de aparato del estado mientras el viejo todavía existe.
En el campo del arte, es posible construir sobre la experiencia concreta de algunas instituciones progresistas europeas. Mientras las políticas neoliberales, a veces bajo la bandera de un ‘Nuevo Institucionalismo’, minaron las instituciones en los años noventa y primera década de este siglo, se desarrolló una línea minoritaria de políticas culturales radicales en el campo de las artes visuales, que puede ser ahora interpretada, en cierta aspectos, en la dirección del común. Habían puesto en marcha experimentos más o menos radicales de auto-transformación, a veces en el nivel del contenido, teoría y discurso, a veces, también, en relación a sus modos de producción y formas de organización moleculares. Hay ejemplos interesantes, como el Shedhalle en Zurich, que ya en los años 90 era un espacio de crítica radical feminista, y ahora está abriéndose de nuevo a múltiples luchas más allá del campo del arte. O pensemos en algunos grandes museos como el Vanabbe en Eindhoven, produciendo una variante holandesa de prácticas de crítica artística transnacional y proyectos educativos.
A pesar de la efervescencia política que estamos vivido en los últimos años en el estado español, todavía hay un profundo divorcio entre la producción artística y estética, por un lado, y el activismo político, por otro. Hay una carencia de espacios de encuentro, de reflexiones compartidas y de prácticas concatenadas. Probablemente, desde el comienzo de la mal llamada transición la producción cultural no ha sido sólo ni una determinada política de gestión ni los procesos de comercialización de una serie de autores/marcas y productos culturales de consumo, sino la construcción de un régimen biopolítico neoliberal productor de subjetividades específicas y la valorarización total de formas-de-vida. Como dice Félix Guattari, así como el capital es un modo de semiotización que permite tener un equivalente general para las producciones económicas y sociales, la cultura es el equivalente general para las producciones de poder.
Aunque el 15M fue, entonces, una bomba de relojería en el centro de este aparato, necesitamos grandes dosis de imaginación política y estética para desarrollar nuevos escenarios de ruptura. Algunas instituciones culturales han tratado de abrirse a los movimientos sociales y plantear políticas progresistas, pero no han perdido su carácter, o su pertenencia, a estructuras fuertemente jerárquicas, burocráticas, controladoras, muy alejadas en su funcionamiento interno de lo que sería una institución del común, del ejercicio de la democracia directa y de prácticas de gestión abierta y horizontal. Tanto en su funcionamiento, como en su modo de mostrarse, forman parte de un aparato estatal rígido, controlador y policial. Parece que, a pesar de las interesantes excepciones, este intento reformista desde el interior del propio aparato se enfrenta a una tarea casi imposible, si no cuenta con la fuerza desbordante de otros agentes, y está condenada a jugar el papel de institución socialdemócrata, paternalista y co-optadora.
Gerald: Quizás, parezca descabellado esperar que las instituciones artísticas re-inventen el estado. Esta expectativa puede no tener éxito, pero, también, hay que tener en consideración que en comparación con otras instituciones, como las dedicadas a la salud, la educación, la ciencia, la investigación o el comercio, el campo del arte tiene ciertas ventajas. Presenta una extraña mezcla de demandas de autonomía, tendencias experimentales, expectativas de posiciones críticas y atención a los temas políticos, que hacen de ellas casos excepcionales si las comparamos con otras instituciones.

PARTE 2: sobre la revolución – la okupación
4. Micropolíticas versus biopolíticas
Hay en ‘Factories of Knowledge’ una defensa de la brevedad temporal de las acciones políticas destituyentes, una poética de la transformación suave, gentil, débil, micro, inconcreta, “que no demanda nada”… Frente a esta postura, es interesante traer a colación ejemplos de activismo y lucha tan interesantes como el de la PAH, con demandas muy concretas, o el desarrollo su Obra Social, que libera edificios de viviendas vacías en manos de los bancos, para alojar personas desahuciadas o sencillamente sin casa. Así como la evolución del activismo en los últimos años, capaz de apoderarse y desbordar identidades fuertes, sin caer en viejos modelos representativos.
Estos años de radicalización de las estrategias neoliberales, violencia sistemática generalizada, control mediático y robo de los bienes públicos y comunes, lo que se ha llamado la ‘crisis’, parece que han mostrado que el modelo de transformaciones micro-políticas, desarrollado con el 15M, no era suficiente. Y se ha visto empujado hacia un enfrentamiento general por la supervivencia de las formas-de-vida, al tiempo que, el régimen español, nacido después de la muerte de Franco, se encuentra en un estado de crisis terminal.
Hay un cambio de paradigma en el intento de combinar prácticas no- representativas y representativas, formas renovadas de deterritorialización y reterritorialización. Se están produciendo iniciativas sorprendentes que buscan desbordar la dicotomía entre instituciones y políticas horizontales comunes, narrativas fuertes y oblicuas micro-narrativas, macro y micro-políticas. El objetivo es hacer frente e incluso tomar los aparatos del estado para democratizarlos de manera radical. Numerosos ejemplos interesantes proliferan por todas partes. Las CUP, un movimiento municipalista presente ahora en el Parlamento Catalán, mezcla la democracia directa y políticas de corte representativo con considerable agudeza. Otro caso es el Guanyarem Barcelona, en el que está directamente implicada Ada Colau, quien fuera portavoz de la PAH, que está trabajando junto a otros muchos activistas, partidos políticos, colectivos y ciudadanos en la construcción de una amplia iniciativa para tomar el ayuntamiento de esta ciudad. Una iniciativa que está en marcha en otras muchas ciudades. Podemos, una especia de partido político de nuevo formato en construcción abierta, es otro caso interesante. Todos estos ejemplos comparten fuertes conexiones con el sujeto político surgido del 15M.
El régimen español, desde sus medios de propaganda a sus clases dirigentes y partidos políticos, parece aterrorizado ante la fuerza de estos movimientos, que han permeado grandes estratos de la sociedad. Es muy interesante constatar que ni siquiera dispone de las herramientas para poder entender estos nuevos sujetos políticos. Su única respuesta es represión y censura.
¿Estos escenarios de ruptura no contradicen de manera clara tu idea de las suaves, planeadoras, gentiles y breves concatenaciones acciones políticas destituyentes?
Gerald: Conozco y he experimentado algunos de los desarrollos positivos post-15M. Para mí son ejemplos de una incipiente revolución molecular. Uno de los aspectos más excitantes es una nueva práctica de ‘inclusión radical’, que de ninguna manera se trata de la repetición de un absurdo sueño hippie, ni una proyección romántica de la suspensión de las barreras de clase y las fronteras nacionales, ni la fantasía de una fraternización sin dolor. La inclusión radical significa la potencialidad de la apertura del propio territorio existencial, un territorio fundamentalmente inclusivo sin puertas ni umbrales, un modo de reterritorialización del espacio y el tiempo.
Lo que da forma a los modos de acción de los indignados no es sólo aplicable al espacio, sino a la reapropiación del tiempo. Se toman su tiempo para realizar largas y pacientes discusiones asamblearias, para permanecer en el lugar que ocupan y desarrollar día-a-día una nueva cotidianeidad. No es una escapada, ni un desentenderse del mundo, no es un fuera-del-tiempo, sino una brecha en el régimen de subordinación temporal. No es una lucha por una mera reducción de la jornada laboral, sino un nueva concepción del tiempo.
En el capitalismo maquínico la apuesta es la apropiación total del tiempo. En medio de las angustias de la vida precaria, un excedente es inventado, el deseo de no ser co-optado. Los activistas precarios, organizadores e, incluso, los nuevos coordinadores de los partidos y movimientos sociales que mencionas aplican, entonces, diferentes relaciones temporales.
En vez de aceptar las narraciones de la historia revolucionaria (y de su historiografía estructuradora) como el único camino posible y reproducirlo hasta la infinidad, hay una necesidad de inventar, de innovar y multiplicarlas prácticas y narrativas revolucionarias. Entonces el ‘único gran evento’ revolucionario se convierte en una cadena sin final de prácticas instituyentes, la invención de una siempre renovable institución monstruosa: la institución del común.
5. La ocupación como invención de una nueva institución
Vuelvo al tema de la suavidad y brevedad de las acciones revolucionarias. Cito del libro ‘Art and Revolution’, las “transiciones, superposiciones y concatenaciones de arte y revolución llegan a ser posibles por un espacio limitado de tiempo” (p. 18). Pienso en relatos como el documental ‘The Spirit of 45’ de Ken Loach sobre la creación del estado del bienestar y el papel que jugó el gobierno del Partido Laborista, tan diferente del actual, por cierto, en el aparato del estado.
Se me ocurren varias cuestiones: ¿Deben las luchas por una profunda transformación de las condiciones de vida ser por un breve periodo de tiempo y ocurrir fuera del aparato del estado, como comentas en tu libro? ¿Por qué este modelo de suaves operaciones no podría ser fácilmente co-optado y comodificado por el mercado? ¿Puede un nuevo poder constituyente durar el tiempo suficiente para desarrollar nuevas formaciones y condiciones de vida?
Gerald: Por supuesto, no podemos contentarnos con piezas limitadas de tiempo, tenemos que pensar en transformaciones persistentes. Permanezcamos en el campo del arte. En los últimos 50 años muchos movimientos de ocupación incluyeron actores del campo artístico, desde las ocupaciones socio-culturales de los 70 a los squats políticos de la autonomía italiana en los 80 o las diferentes generaciones de centros sociales que se han sucedido hasta ahora. En el año 2011, durante las revoluciones de la Primavera Árabe y el movimiento 15M, emergió una nueva ola de ocupaciones en Italia en el campo de las artes escénicas, que continúa hasta hoy. Muchos teatros y espacios culturales han sido ocupados en Italia, desde Milán a Palermo.
Todas estas prácticas están influenciadas por la ocupación del Teatro Valle, el teatro más antiguo de Roma, fundado en 1727 y amenazado de privatización. Fue ocupado por actores, directores, músicos y otros trabajadores culturales en Junio de 2011, precisamente el día que tuvo lugar en Italia el referéndum sobre el agua, en el que se declaró un bien común. Renombraron el espacio como Teatro Valle Ocupato y fue declarado también un bien común. Había una conexión directa entre ambos acontecimientos que significaban el retorno de los dos significados del común: el primer aspecto, el material, el componente ‘natural’, representado por el agua, fue conectado al bien inmaterial de la producción cultural.
Las máquinas sociales y las máquinas-corporales de los actores, músicos, directores, técnicos y otros trabajadores culturales han reterritorializado la vida cotidiana tradicional de un teatro y han fabricado un nuevo territorio. Por supuesto que esta ocupación está basada en la profunda crisis laboral y en la precarización de la cultura, así como en la corrupción de las producciones teatrales clásicas y de sus formas de consumo. Pero sería demasiado limitado conceptualizar al Teatro Valle Occupato como sólo otro signo de protesta del mundo teatral.
Sin duda, es una experiencia fascinante que merece la pena analizar en detalle. Ese mismo año, unos meses después del desalojo de la acampada del 15M en Madrid, tras la gigantesca manifestación del 15O, se ocupó el Hotel Madrid muy cerca de la propia puerta del Sol. Tras descubrir que existía en su interior una puerta que conectaba directamente con el Teatro Albeniz, un teatro histórico cerrado desde hacía años que estaba amenazado con convertirlo en el enésimo centro comercial de la ciudad, se planteó durante unas semanas su ocupación. Se organizaron numerosas asambleas de enorme intensidad en las que participaron activistas del 15M y un amplio espectro de trabajadores del mundo de la cultura. El objetivo era liberarlo para que se convirtiera en el primer teatro de la ciudad en manos del común con modos de producción cultural acorde a ello. Apareció, entonces, una Fundación dedicada a la supuesta defensa del edifico, que boicoteó de manera drástica su liberación. Frente a la idea de convertirlo en un espacio del común que era el eje del trabajo de la asamblea, ésta pretendía seguir un proceso judicial, que todavía continúa, con el propósito de convertirlo en un teatro público al uso, dirigido por los estamentos políticos representativos del régimen. Comenzó un interesante debate, sobre qué tipo de teatro debía ser y qué clase de producción escénica podría realizar, que se acabó perdiendo. Al final el teatro ha terminado en manos de la entidad bancaria Kutxabank, notoria por su voracidad especuladora, y continúa todavía cerrado. Fue una experiencia al tiempo frustrante, intensa y, como decía, sintomática. Una conclusión que se pudo extraer es que la brecha entre el mundo de la producción cultural y el del activismo político era, y en gran medida sigue siendo, demasiado grande y no se disponían ni de herramientas ni de experiencias comunes para un desafío de ese tipo. En buena medida, ahí nace el proyecto escénico ‘El Teatro de Acción Violenta presenta El Ruído y la Furia’, que presentamos unos meses más tarde.
¿Puedes ampliar la reflexión sobre la experiencia del Teatro Valle Occupato?
Gerald: Como en todos los casos del movimiento de ocupación italiano en 2011 y en el que comentas en Madrid, la toma del espacio está conectada con cuestiones de asamblearismo, así como del lugar y el tiempo de reterritorialización. Como decíamos en el caso de los indignados, los ocupantes se tomaron muy en serio tanto el espacio como el tiempo que establecen, tomándose su tiempo para largas y pacientes discusiones y, también, para estar en el lugar, desarrollando cada día nuevas formas de organización y producción. En este sentido, la ocupación es una huelga. El teatro no es sólo un símbolo, un espacio privilegiado de representación, sino un lugar de organización no-representativa, de inclusión radical, molecular.
La idea del teatro como un bien común no es la expresión colorista de un grupo de nuevos hippies dentro del marco de las industrias creativas. Está estrechamente conectada con la invención social y jurídica de una institución del común. En este sentido, se trabajó en conciencia para establecer una nueva estructura legal como ‘Fondaziones Teatro Valle bene comune’. En su ‘codex’ político lo declararon como una institución basada en la auto-organización y el consenso, en nuevas formas de seguridad social acordes a la discontinuidad del trabajo creativo, en un modelo económico anti-privatización y, finalmente, en el entendimiento de la propiedad intelectual como riqueza social. De este modo, los protagonistas transcendieron la lógica meramente legal. El objetivo no era completar una constitución acabada y estable, sino lanzar un proceso constituyente, una huelga molecular en busca del común-ismo [commonism]. Las incontables asambleas, proyectos transversales y experimentos ético-estéticos no buscaban ser estandizados y troceados por la estructura legal de una nueva fundación, sino que los procedimientos del proceso constituyente fueron produciendo el común como auto-organización y aprendizaje.
En este sentido los estatutos de fundación pueden sólo servir como componentes de un ‘llegar a ser’ común. Ocupar una institución no significa tomar las viejas instituciones y darles nuevas reglas, sino transformar y re-inventar sus propia naturaleza.
La experiencia del Teatro Valle Occupato terminó, por el momento, el 11 de Agosto pasado, tras la amenaza de desalojo del ayuntamiento romano, gobernado por el socialdemócrata Partito Democratico. Se decidió, entonces, no resistir, sino esperar a negociar una futura gestión del espacio. David Harvey, Slavoj Zizek o el jurista italiano Stefano Rodotà estaban entre los firmantes del manifiesto de apoyo: ‘La experiencia italiana, nacida en el 2011, es el ejemplo de cómo se transforma un prestigioso teatro en un bien común’.
Aquí termina por el momento la conversación con Gerald Raunig, mientras algunas de las ideas toman cuerpo propio…


Hay en ‘Factories of Knowledge’ una defensa de la brevedad temporal de las acciones políticas destituyentes, una poética de la transformación suave, gentil, débil, micro, inconcreta, “que no demanda nada”… Frente a esta postura, es interesante traer a colación ejemplos de activismo y lucha tan interesantes como el de la PAH, con demandas muy concretas, o el desarrollo su Obra Social, que libera edificios de viviendas vacías en manos de los bancos, para alojar personas desahuciadas o sencillamente sin casa. Así como la evolución del activismo en los últimos años, capaz de apoderarse y desbordar identidades fuertes, sin caer en viejos modelos representativos.
Estos años de radicalización de las estrategias neoliberales, violencia sistemática generalizada, control mediático y robo de los bienes públicos y comunes, lo que se ha llamado la ‘crisis’, parece que han mostrado que el modelo de transformaciones micro-políticas, desarrollado con el 15M, no era suficiente. Y se ha visto empujado hacia un enfrentamiento general por la supervivencia de las formas-de-vida, al tiempo que, el régimen español, nacido después de la muerte de Franco, se encuentra en un estado de crisis terminal.
Hay un cambio de paradigma en el intento de combinar prácticas no- representativas y representativas, formas renovadas de deterritorialización y reterritorialización. Se están produciendo iniciativas sorprendentes que buscan desbordar la dicotomía entre instituciones y políticas horizontales comunes, narrativas fuertes y oblicuas micro-narrativas, macro y micro-políticas. El objetivo es hacer frente e incluso tomar los aparatos del estado para democratizarlos de manera radical. Numerosos ejemplos interesantes proliferan por todas partes. Las CUP, un movimiento municipalista presente ahora en el Parlamento Catalán, mezcla la democracia directa y políticas de corte representativo con considerable agudeza. Otro caso es el Guanyarem Barcelona, en el que está directamente implicada Ada Colau, quien fuera portavoz de la PAH, que está trabajando junto a otros muchos activistas, partidos políticos, colectivos y ciudadanos en la construcción de una amplia iniciativa para tomar el ayuntamiento de esta ciudad. Una iniciativa que está en marcha en otras muchas ciudades. Podemos, una especia de partido político de nuevo formato en construcción abierta, es otro caso interesante. Todos estos ejemplos comparten fuertes conexiones con el sujeto político surgido del 15M.
El régimen español, desde sus medios de propaganda a sus clases dirigentes y partidos políticos, parece aterrorizado ante la fuerza de estos movimientos, que han permeado grandes estratos de la sociedad. Es muy interesante constatar que ni siquiera dispone de las herramientas para poder entender estos nuevos sujetos políticos. Su única respuesta es represión y censura.
¿Estos escenarios de ruptura no contradicen de manera clara tu idea de las suaves, planeadoras, gentiles y breves concatenaciones acciones políticas destituyentes?
Gerald: Conozco y he experimentado algunos de los desarrollos positivos post-15M. Para mí son ejemplos de una incipiente revolución molecular. Uno de los aspectos más excitantes es una nueva práctica de ‘inclusión radical’, que de ninguna manera se trata de la repetición de un absurdo sueño hippie, ni una proyección romántica de la suspensión de las barreras de clase y las fronteras nacionales, ni la fantasía de una fraternización sin dolor. La inclusión radical significa la potencialidad de la apertura del propio territorio existencial, un territorio fundamentalmente inclusivo sin puertas ni umbrales, un modo de reterritorialización del espacio y el tiempo.
Lo que da forma a los modos de acción de los indignados no es sólo aplicable al espacio, sino a la reapropiación del tiempo. Se toman su tiempo para realizar largas y pacientes discusiones asamblearias, para permanecer en el lugar que ocupan y desarrollar día-a-día una nueva cotidianeidad. No es una escapada, ni un desentenderse del mundo, no es un fuera-del-tiempo, sino una brecha en el régimen de subordinación temporal. No es una lucha por una mera reducción de la jornada laboral, sino un nueva concepción del tiempo.
En el capitalismo maquínico la apuesta es la apropiación total del tiempo. En medio de las angustias de la vida precaria, un excedente es inventado, el deseo de no ser co-optado. Los activistas precarios, organizadores e, incluso, los nuevos coordinadores de los partidos y movimientos sociales que mencionas aplican, entonces, diferentes relaciones temporales.
En vez de aceptar las narraciones de la historia revolucionaria (y de su historiografía estructuradora) como el único camino posible y reproducirlo hasta la infinidad, hay una necesidad de inventar, de innovar y multiplicarlas prácticas y narrativas revolucionarias. Entonces el ‘único gran evento’ revolucionario se convierte en una cadena sin final de prácticas instituyentes, la invención de una siempre renovable institución monstruosa: la institución del común.
5. La ocupación como invención de una nueva institución
Vuelvo al tema de la suavidad y brevedad de las acciones revolucionarias. Cito del libro ‘Art and Revolution’, las “transiciones, superposiciones y concatenaciones de arte y revolución llegan a ser posibles por un espacio limitado de tiempo” (p. 18). Pienso en relatos como el documental ‘The Spirit of 45’ de Ken Loach sobre la creación del estado del bienestar y el papel que jugó el gobierno del Partido Laborista, tan diferente del actual, por cierto, en el aparato del estado.
Se me ocurren varias cuestiones: ¿Deben las luchas por una profunda transformación de las condiciones de vida ser por un breve periodo de tiempo y ocurrir fuera del aparato del estado, como comentas en tu libro? ¿Por qué este modelo de suaves operaciones no podría ser fácilmente co-optado y comodificado por el mercado? ¿Puede un nuevo poder constituyente durar el tiempo suficiente para desarrollar nuevas formaciones y condiciones de vida?
Gerald: Por supuesto, no podemos contentarnos con piezas limitadas de tiempo, tenemos que pensar en transformaciones persistentes. Permanezcamos en el campo del arte. En los últimos 50 años muchos movimientos de ocupación incluyeron actores del campo artístico, desde las ocupaciones socio-culturales de los 70 a los squats políticos de la autonomía italiana en los 80 o las diferentes generaciones de centros sociales que se han sucedido hasta ahora. En el año 2011, durante las revoluciones de la Primavera Árabe y el movimiento 15M, emergió una nueva ola de ocupaciones en Italia en el campo de las artes escénicas, que continúa hasta hoy. Muchos teatros y espacios culturales han sido ocupados en Italia, desde Milán a Palermo.
Todas estas prácticas están influenciadas por la ocupación del Teatro Valle, el teatro más antiguo de Roma, fundado en 1727 y amenazado de privatización. Fue ocupado por actores, directores, músicos y otros trabajadores culturales en Junio de 2011, precisamente el día que tuvo lugar en Italia el referéndum sobre el agua, en el que se declaró un bien común. Renombraron el espacio como Teatro Valle Ocupato y fue declarado también un bien común. Había una conexión directa entre ambos acontecimientos que significaban el retorno de los dos significados del común: el primer aspecto, el material, el componente ‘natural’, representado por el agua, fue conectado al bien inmaterial de la producción cultural.
Las máquinas sociales y las máquinas-corporales de los actores, músicos, directores, técnicos y otros trabajadores culturales han reterritorializado la vida cotidiana tradicional de un teatro y han fabricado un nuevo territorio. Por supuesto que esta ocupación está basada en la profunda crisis laboral y en la precarización de la cultura, así como en la corrupción de las producciones teatrales clásicas y de sus formas de consumo. Pero sería demasiado limitado conceptualizar al Teatro Valle Occupato como sólo otro signo de protesta del mundo teatral.
Sin duda, es una experiencia fascinante que merece la pena analizar en detalle. Ese mismo año, unos meses después del desalojo de la acampada del 15M en Madrid, tras la gigantesca manifestación del 15O, se ocupó el Hotel Madrid muy cerca de la propia puerta del Sol. Tras descubrir que existía en su interior una puerta que conectaba directamente con el Teatro Albeniz, un teatro histórico cerrado desde hacía años que estaba amenazado con convertirlo en el enésimo centro comercial de la ciudad, se planteó durante unas semanas su ocupación. Se organizaron numerosas asambleas de enorme intensidad en las que participaron activistas del 15M y un amplio espectro de trabajadores del mundo de la cultura. El objetivo era liberarlo para que se convirtiera en el primer teatro de la ciudad en manos del común con modos de producción cultural acorde a ello. Apareció, entonces, una Fundación dedicada a la supuesta defensa del edifico, que boicoteó de manera drástica su liberación. Frente a la idea de convertirlo en un espacio del común que era el eje del trabajo de la asamblea, ésta pretendía seguir un proceso judicial, que todavía continúa, con el propósito de convertirlo en un teatro público al uso, dirigido por los estamentos políticos representativos del régimen. Comenzó un interesante debate, sobre qué tipo de teatro debía ser y qué clase de producción escénica podría realizar, que se acabó perdiendo. Al final el teatro ha terminado en manos de la entidad bancaria Kutxabank, notoria por su voracidad especuladora, y continúa todavía cerrado. Fue una experiencia al tiempo frustrante, intensa y, como decía, sintomática. Una conclusión que se pudo extraer es que la brecha entre el mundo de la producción cultural y el del activismo político era, y en gran medida sigue siendo, demasiado grande y no se disponían ni de herramientas ni de experiencias comunes para un desafío de ese tipo. En buena medida, ahí nace el proyecto escénico ‘El Teatro de Acción Violenta presenta El Ruído y la Furia’, que presentamos unos meses más tarde.
¿Puedes ampliar la reflexión sobre la experiencia del Teatro Valle Occupato?
Gerald: Como en todos los casos del movimiento de ocupación italiano en 2011 y en el que comentas en Madrid, la toma del espacio está conectada con cuestiones de asamblearismo, así como del lugar y el tiempo de reterritorialización. Como decíamos en el caso de los indignados, los ocupantes se tomaron muy en serio tanto el espacio como el tiempo que establecen, tomándose su tiempo para largas y pacientes discusiones y, también, para estar en el lugar, desarrollando cada día nuevas formas de organización y producción. En este sentido, la ocupación es una huelga. El teatro no es sólo un símbolo, un espacio privilegiado de representación, sino un lugar de organización no-representativa, de inclusión radical, molecular.
La idea del teatro como un bien común no es la expresión colorista de un grupo de nuevos hippies dentro del marco de las industrias creativas. Está estrechamente conectada con la invención social y jurídica de una institución del común. En este sentido, se trabajó en conciencia para establecer una nueva estructura legal como ‘Fondaziones Teatro Valle bene comune’. En su ‘codex’ político lo declararon como una institución basada en la auto-organización y el consenso, en nuevas formas de seguridad social acordes a la discontinuidad del trabajo creativo, en un modelo económico anti-privatización y, finalmente, en el entendimiento de la propiedad intelectual como riqueza social. De este modo, los protagonistas transcendieron la lógica meramente legal. El objetivo no era completar una constitución acabada y estable, sino lanzar un proceso constituyente, una huelga molecular en busca del común-ismo [commonism]. Las incontables asambleas, proyectos transversales y experimentos ético-estéticos no buscaban ser estandizados y troceados por la estructura legal de una nueva fundación, sino que los procedimientos del proceso constituyente fueron produciendo el común como auto-organización y aprendizaje.
En este sentido los estatutos de fundación pueden sólo servir como componentes de un ‘llegar a ser’ común. Ocupar una institución no significa tomar las viejas instituciones y darles nuevas reglas, sino transformar y re-inventar sus propia naturaleza.
La experiencia del Teatro Valle Occupato terminó, por el momento, el 11 de Agosto pasado, tras la amenaza de desalojo del ayuntamiento romano, gobernado por el socialdemócrata Partito Democratico. Se decidió, entonces, no resistir, sino esperar a negociar una futura gestión del espacio. David Harvey, Slavoj Zizek o el jurista italiano Stefano Rodotà estaban entre los firmantes del manifiesto de apoyo: ‘La experiencia italiana, nacida en el 2011, es el ejemplo de cómo se transforma un prestigioso teatro en un bien común’.
Aquí termina por el momento la conversación con Gerald Raunig, mientras algunas de las ideas toman cuerpo propio…