Los dos últimos días he tenido amenas conversaciones con Roberto Desiré a quien conocía poco. Algunos encuentros casuales, algunas cortas e intrascendentes conversaciones, y nada más.
Hace algún tiempo me comentó que estaba dándole vueltas a la idea de hacerme un retrato que, a ser posible, recogiese el espíritu del origen del Arte de Acción. Un objetivo ambicioso.
Ayer me telefoneó y como tiene su estudio en una calle muy cercana a la mía, me acerqué y estuvimos hablando largo y tendido.
Primero me mostró una serie de fotografías, retratos, que había buscado como, digamos, base de partida para lo que quería hacer. Había, por supuesto, fotos de fotógrafos famosos como Man Ray y otras con tratamientos contemporáneos de la fotografía. Me sorprendió gratamente la seriedad de su planteamiento.
Durante esa larga charla pude darme cuenta de que Roberto Desiré sabe. Es una persona inteligente y culta que sabe de arte, de poesía visual, de Ezra Pound de quien me descubrió algunas cosas que yo ignoraba, de Ray Bradbury, de catalán y francés, de Marinetti y el futurismo, de Duchamp, del Surrealismo, de Wharhol y el Pop, de Chema Madoz, de David Thoreau, de esta "España nuestra" -¡cómo no!-, del capitalismo agresivo y a dónde nos ha traído, de las máquinas y la consiguiente aceleración del tiempo que comportan, ... personajes y materias que fueron saliendo en la fluida conversación durante la que siempre mantuvo razonadas y razonables opiniones.
Esta mañana he vuelto a su estudio para la sesión fotográfica. Le he visto trabajar rápida, eficaz y eficientemente -no las he contado, pero calculo que de cien no bajan las fotos que ha hecho- y luego hemos visto algunos vídeos, con lo que he constatado que también sabe de eso.
Me reafirmo en la opinión de que Roberto Desiré es un hombre que sabe. Y sabe -por supuesto mucho- de fotografía, que es a lo que se dedica.
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