lunes, 4 de noviembre de 2013

PERDIDO EN EL CONDE DUQUE.

El Cuartel del Conde-Duque es un espacio que, desde hace los años ochenta, ha estado dedicado a la cultura. Depende del Ayuntamiento de Madrid y ahí han estado las colecciones de arte del propio ayuntamiento, las dependencias de la imprenta municipal y sus colecciones, así como un auditorio y varias salas de exposiciones.
El espacio, como su nombre indica fue un cuartel militar y su patio y sus dependencias ocupan una superficie considerable en un lugar bastante céntrico de Madrid, aunque un tanto mal comunicado.
En proceso de rehabilitación desde los mismos años ochenta, recientemente ha reabierto sus instalaciones una vez terminadas las obras. No había tenido ocasión de visitarlo desde la reapertura hasta hace unos días cuando fui a ver una exposición de arte chino contemporáneo.
La primera impresión, al atravesar la gran puerta de entrada es de desolación. Uno se encuentra perdido ante el tamaño del patio y la falta de indicadores del camino a seguir. (Por favor, algún indicador en la entrada. ¡Urgente!)
Al frente aún se ven señales de obras, por lo que se deduce que allí no puede estar la exposición que se quiere visitar. Hacia la derecha se encuentran las salas de exposiciones que ya funcionaban antes de la rehabilitación, pero después de atravesar el patio hasta el ala Norte, se puede comprobar que dichas salas están cerradas al público. Vuelta atrás y a recorrer todo el ancho del patio hasta la zona Sur donde sólo puede verse una gran "V" sobre una de las puertas. Si se atraviesa esa puerta se entra en un enorme recinto del que parten unas majestuosas escaleras hacia la planta superior. También hay bastantes salas en la dirección opuesta a la escalera y algunos paneles con programación de teatro. Siguiendo al frente se atraviesa otra puerta y se llega a un pequeño patio que, a su vez, comunica con la sala(s) de exposiciones donde está la muestra de arte chino. Finalmente uno se entera de que este espacio, compuesto por bastantes salas, se llama "Sala 1" y que, como dice un cartel, "estan ensayando".
Lo que no dice el cartel es que el conejillo de indias de los ensayos es el visitante.
La exposición de los artistas chinos, aunque muestra bastantes piezas entre pinturas, dibujos, fotografías y esculturas, no deja de ser escasa para la magnitud del país y, por lo  mismo, poco representativa. Amén de bastante conservadora en cuanto a la elección de los artistas. (Por supuesto nada de Ai Wei Wei, aunque tampoco hacía falta.)



















Vista la exposición, y dado que los espacios están abiertos, aunque muchos todavía en obras, decido, ahora ya a conciencia, perderme por esos nuevos espacios que se llaman Sala 2 y que están bajo el nivel del suelo. Se accede a ellos por una larguísima escalera metálica que como la luz es poca, cuenta con sus propias luces indicadoras.

Al final de la escalera se llega a una encrucijada. A izquierda y derecha una sucesión de espacios con techos altísimos, con poca luz y en los que se ha conservado a la vista la arquitectura cuartelaria.

Vuelto al nivel del patio principal descubro el acceso al teatro que, curiosamente, se hace por la primera planta. Sin conocer el interior, algo en la estructura exterior y el acceso, recuerdan los auditorios 200 y 400 del edificio Nouvell en el museo Reina (Mahou) Sofía. Y el choque entre lo nuevo y la arquitectura existente presenta vistas sorprendentes.




















Como también son sorprendentes las nuevas vistas sobre la ciudad que la apertura de estos espacios proporciona al visitante. Entre ellas la del Palacio de Liria, propiedad de la Casa de Alba.


Aunque a Pablo Berástegui -ex-Matadero- "no le importa trabajar", mucho va a tener que hacerlo para llenar de vida y actividad este enorme espacio que han puesto bajo su dirección. ¡Ojala que él no se pierda en Conde Duque antes de que lo privaticen!
Por fin, cuando ya he terminado el recorrido, descubro los mostradores de información y un plano de situación. ¡A buenas horas, mangas verdes!

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