Hace unos días fui a la calle Alameda de Madrid, a ver una exposición en una de las galerías de la calle, y volví a ver la fachada digital de Madialab Prado, que hace tiempo que no veía.
Volvió a decepcionarme. Las primeras veces que la vi estaba aun en periodo de pruebas y pensé que la falta de contenidos interesantes se debía a que estaban comprobando las posibilidades tecnológicas. Siguen en las mismas y ya han tenido tiempo más que suficiente para testar las posibilidades digitales de la pantalla.
Viendo las imágenes, mejor, las no imágenes, me vinieron a la memoria dos situaciones completamente distintas, pero relacionadas con las imágenes digitales en el espacio público y en un soporte público.
La primera fue la convocatoria de Poesía Visual Urbana que, junto con Juan Alcón, realizamos en 1.993. Se trataba entonces de realizar pequeños poemas visuales en formato digital (muy primario, por cierto) para unos soportes de comunicación que el Ayuntamiento había distribuido por la ciudad. Pues bien, a pesar de lo limitado del formato, las propuestas que teníamos eran en verdad poéticas. Quiero decir que había contenidos más allá de la mera tecnología. Hicimos las gestiones pertinentes, y estábamos en el proceso de recepción de propuestas cuando estalló el escándalo: toda la aparatología pertenecía a la empresa Decaux y era un negocio sucio con el Ayuntamiento. La trama fue descubierta y los soportes se retiraron inmediatamente de las calles. Nos quedamos sin Poesía Visual Urbana.
La segunda experiencia fue en el mismo Medialab Prado, cuando aun funcionaba en el subsuelo. Participe ilusionado en un taller que se llamó "Casas Tristes" y que trataba de mapear las viviendas vacías que había en España. Debía ser el año 2.005/6, en plena expansión de la burbuja inmobiliaria y ya algunos estábamos preocupados por el gran número de viviendas vacías. Vino de USA un superexperto en data (bigdata) y su tratamiento. Y muy rápidamente nos aclaró que lo que importaba en el taller era el tratamiento gráfico, la "presentación" de los datos. Que el contenido, es decir de qué tratasen los datos, le importaba un pimiento y eso mismo debía importarnos a nosotros. Hicimos el taller los del grupo de "Casas Tristes", pero vimos claramente que en Medialab Prado no estaban por la labor de hacer un trabajo socialmente útil, sino sólo tecnológicamente avanzado.
El viernes pasado estuve parado frente a la fachada digital de Medialab Prado viendo que la situación sigue siendo la misma: tecnología si, contenidos no. Una pena.
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