lunes, 31 de marzo de 2014

INSONORA EN EL MCNARS.


Desde el jueves 13 de Marzo viene presentándose, en diferentes espacios de  Madrid, la octava edición de INSONORA, compuesta, como ellos mismos dicen, por "exposiciones y eventos".
El sábado 29 se programó un evento en el Auditorio 400 del Edificio Nouvel del Reina Sofía que según el programa de mano era una cosa y según el mismo programa, pero en páginas interiores era otra y, según la página web, otra parecida pero diferente. Luego, ya in situ, la presentadora y directora de In-Sonora, Maite Camacho, volvió a cambiar. En resumen, estuve allí junto con C.C. unas dos horas y no estoy muy seguro de lo que vi/escuché. Hecha la aclaración, avanzo mis suposiciones:

Nada más apagarse las luces de sala se pudo escuchar un estupendo y divertido aviso de apagar los móviles. Fue un buen comienzo lleno de ironía sonora, pero ... ¿era la anunciada pieza sonora de Alicia G. Hierro? Tal vez sí.

A continuación ocuparon la zona izquierda del escenario un flautista, un guitarrista y un manipulador de aparatos electrónicos (se supone, porque desde la segunda fila de butacas no se podía ver).

No pude no recordar alguno de los primeros "eventos" de In-Sonora en el muy reducido espacio Menos Uno de la calle de La Palma, donde comenzó In-Sonora. No se trata de reivindicar la estrechez del espacio, ni lo reducido de la asistencia, sino de evidenciar que, en Menos Uno, era fácil ver qué era lo que hacia cada uno de los productores de sonido que intervenían, así como el aparataje/instrumental que usaban.  ¿Habría alguna manera de mejorar esto de la visibilidad instrumental y su manejo? ¿Es necesario o es sólo una apreciación personal?

En el caso de Lucas Bolaño, Peter Memmer y José Delgado (España-Alemania) ya queda dicho que de los aparatos electrónicos no se pudo ver nada. Incluso el guitarra se agachaba continuamente para usar con las manos algunos elementos que normalmente están pensados para usar con los pies y que, lógicamente, estaban en el suelo. El sonido y las manipulaciones del flautista estaban mucho más claros; y del hombre sentado ante los invisibles elementos electrónicos, sólo señalar la pianística manera de levantar su mano derecha cuando terminaba de ejecutar algún efecto sonoro.
Creo entender que la pieza se llama Vietnam Raw Sessions por la fácil inclusión al comienzo de una melodía oriental. La cosa mejora bastante cuando desaparece y el ambiente denso del sonido electrónico envuelve los graves sostenidos de la flauta y los efectos (cuando son reconocibles) de la guitarra eléctrica.

Luego vino una pieza sonora (¿o fueron dos y sólo se distinguió una?) atribuibles según programa a Polsick y Colectivo Inflexos Transcorpo. Lo que se distinguió fue, según un texto proyectado, largo, de letra pequeña y difícil de leer, un paisaje sonoro recogido en un paseo por una calle de alguna población brasileña. Entretenido.

A continuación, ocupó el centro del escenario, completamente a oscuras excepto un pequeño grupo luminoso de leds que alumbraban la mesa, lo que en todas partes aparece como "Desde los Bosques", para, en un pequeño texto del programa, descubrir que es el proyecto personal de David Coello. La pieza comienza con un sonido muy semejante a pasos con eco, como de película de terror, que culminan con un golpe seco, como de un disparo. Luego evoluciona hacia una serie de sonidos más bien mecánicos que se superponen a voces de mujer y hombre, distorsionadas e inteligibles. Mientras, en la pantalla se proyectaban imágenes b/n también distorsionadas entre las que se pudo distinguir un pómulo y un ojo, así como una ventana cerrada desde la que se puede ver en la lejanía las copas de algunos árboles. No terminé de escuchar la pieza. No me animó a distinguir sus matices.

La concurrencia, no mucha, a lo que me pareció, estaba mayoritariamente compuesta por familiares y amigos de los músicos, que habían venido con sus niños a pasar la tarde del sábado en el museo. Los niños y quienes les cuidaban, claro está, estaban fuera del auditorio. En ese vestíbulo de madera carísima que el señor Nouvell se empeño en importar de Africa y que constituye la pesadilla de los encargados del mantenimiento del museo.

Este tipo de sonido/música/acusmática es difícil. Difícil de presentar y más difícil aún de escuchar. Es demasiado nueva para los oídos ahormados por las siete notas y con mucho riesgo de ser monótono, pesado y aburrido si extrema sus tiempos. Tiene una gran ventaja: son sonidos que cualquiera puede generar. Y la democratización de las nuevas tecnologías permite que cada quien pueda jugar con el sonido a su gusto. El problema, como siempre, viene cuando tiene que gustar a los demás. Pero eso es algo a lo que nadie está obligado.

No hay comentarios: