miércoles, 30 de abril de 2014

MADAM, MONTSERRAT PALACIOS Y LLORENÇ BARBER

 En la fotografía, tres quintas partes de Madam y Wade Matthews
El pasado domingo, día 27 de abril, en CRUCE, espacio de Arte y Pensamiento Contemporáneo de Madrid, los miembros del quinteto Madam hicieron una versión de una de las piezas de música visiva del Cuaderno de Yokohama, de Llorenç Barber.
En la segunda parte, el quinteto Madam, junto con Llorençc Barber y Montserrat Palacios realizaron una pieza de improvisación sonora. Precio 5€.

Presentó el acto el coordinador de Cruce, espacio sonoro, Wade Matthews, quien dijo que Madam estaba haciendo una residencia de un año en Cruce y que El Cuaderno de Yokohama es una importante obra de música visiva, producto del aburrimiento.
Cuando le llegó el turno de palabra a Llorenç Barber confirmó esto último y presentó algunos ejemplares del Cuaderno que puso a disposición de quienes lo quisieran, aparte de informar de que en la página web del Macba también se podía descargar en formato .pdf.
Como es habitual en él, Llorenç Barber hizo una cruda descripción de la difícil situación de los artistas en España, especialmente de los músicos, y aún más si los músicos son experimentadores y no conformistas. Comentó también la cerrada actitud del cabildo catedralicio de Toledo que no le habían permitido el acceso a las campanas de la catedral durante su concierto de apertura del 400 aniversario de el Greco.

Por fin comenzó el sonido. Y hay que decir que el sonido que produjo Madam, sobre una de las piezas del Cuaderno, fue sutil. Sutileza y finura son las dos palabras que mejor pueden definir una pieza que también pareció un homenaje a John Cage. Desde sus instrumentos, preparados o no, electrificados o no, computerizados o no, los Madam tuvieron a los presentes muy pendientes de sus mínimos movimientos para captar sus sonidos mínimos.
En la fotografía Llorenç Barber y Montserrat Palacios
 En la segunda parte, Llorenç Barber incorporó su atril de campanas móvil y Montserrat Palacios su máquina de coser eléctrica y su voz. Aquí el sonido se llenó con muchas más variaciones. Digamos que se enriqueció con las retroalimentaciones que unos instrumentos proporcionaban a los otros. Tanto Lorenç como Montserrat Palacios practicaron recorridos sonoros por el espacio y, en general, la pieza gustó mucho a los asistentes que, cuando terminó, tardaron un tiempo en reaccionar y levantarse de sus asientos.

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