El miércoles 23 de julio 2014 conocí en el Espacio B de Madrid a Limber Vilorio y conocí algunos de sus trabajos de arte.
Limber es Dominicano y resultó que tenemos conocidos comunes entre los artistas de la isla. Es un hombre de mediana edad, simpático, de conversación fácil, interesante e interesado. En la galería estaban también sus padres a quienes se veía orgullosos de su hijo. Desde que estuve en Santo Domingo me llamaron la atención los nombre de algunos artistas que conocí. No son nombres artísticos, son nombres del registro: Pery, Grimaldi, Dan Aliu, y ahora Limber. Parece que hay una corriente en toda Centroamérica que busca nombres apartados del santoral. Es posiblemente una manera de escapar a los restos de la colonización española.
Los trabajos de Limber son variados tanto en los conceptos como los materiales o las técnicas. "artista multidsciplinar, arquitecto y gestor cultural de nacionalidad dominico-española" y, desde luego, el discurso con que los sustenta es teóricamente impecable y moderno. La performance que presentaba en la galería (un vídeo/documedntación de un breve paseo por las cercanías del Palacio Real de Madrid, coronado con una corona de cerámica y plastilina adornada con los colores republicanos. La corona y la performance se hicieron el días cercanos a la coronación del nuevo rey de España.
Del catálogo que mostraba me llamó la atención que, sin tener referencia suyas, conocía dos de los trabajos que allí presentaba: una performance en un antiguo cohazo americano pintado de rosa y llamada "El carro del amor" (Escribo de memoria así que tal vez no sea exactamente el título) y otra pieza que consistía en una pila de cubiertas de neumáticos pintadas de blanco.
Digo que Limber sabe arropar conceptualmente sus trabajos. Así, partiendo de una cabeza en cerámica vitrificada que reproduce la del artista, la deja en la galería 21 días y junto a la cabeza hay trozos de plastilina de diferentes colores con los que los visitantes van transformando la cabeza en muchas y variadas configuraciones. Lo que podría quedarse en un busto sin más, se convierte en una performance participativa que es la que da vida a la pieza.
En la exposición en el Espacio B había también otras series de piezas realizadas en metacrilato que me llamaron la atención por su factura y por sus resultados. Piezas circulares de un tamaño medio que se distancian unos centímetros de la pared y producen interesantes juegos entre las transparencias, la luz y las sombras. Son piezas interesantes que, con el tamaño que tienen, se quedan en mera decoración. Están pidiendo a gritos un tamaño monumental para ser el "gran arte" que buscan los museos y las instituciones.
Ahora Limber está participando en una colectiva en el IVAM y le gustaría hacer una individual allí mismo el año que viene. Le deseo suerte, sobre todo por la situación ex-Ciscar en la que está el IVAM.
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