martes, 30 de septiembre de 2014

UNA ACCIÓN DE PABLO MARTINEZ CON DORA GARCÍA.

Una amiga con la que coincidí en la acción en el CA2M de Móstoles (Madrid), me ha reenviado la siguiente reseña de la performance:

---------- Forwarded message ----------
From: salonKritik <maillist@salonkritik.net>
Date: 2014-09-28 12:43 GMT+02:00
Subject: salonKritik messageCreer o no creer / la producción de phantasma / Dora García entrevista a Pasolini María Virginia Jaua
To: coquitonia@yahoo.es



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Creer o no creer / la producción de phantasma – María Virginia Jaua

ppp_dora_garcía.jpg-Dora García entrevista a Pier Paolo Pasolini-
Hay una imagen que seguramente todos conocen y recuerdan. Se trata de aquella capturada en un cementerio de Roma, sin ángeles y sin cruces, en la que Pier Paolo Pasolini está de pie platicando con Gramsci, ante su tumba. Siempre me produjo fascinación esa fotografía. Incluso mucho antes de que descubriera el poder que subyace tanto en la imagen como en la ceniza.
Sabemos que las imágenes fotográficas son portadoras del espectro, sin embargo, en esta foto, esa carga conlleva su doble negatividad, por la ausencia del espectro invocado en ese preciso “momento” en que la se hizo click a la cámara fotográfica: es decir, la de Antonio Gramnsci; mientras que por el lado izquierdo entrando en escena ocurre la aparición del espectro como “diferencia” de quien en el momento del click sí se revela llevando a cabo una “acción” en el mundo de los vivos de ese entonces.
Supongamos que esa mañana lluviosa Pasolini fue asaltado por una gran cantidad de dudas y vestido con ese sobretodo inmaculado fue a visitar a su amigo, con el fin de encontrar allí, en el saber de esa profunda experiencia intelectual y de ese sufrimiento un poco de ¿luz? [1] para su propio y demoledor trabajo como escritor y cineasta, como ser pensante e implicado con su tiempo. O quizás simplemente fue a leerle algún fragmento de su poema, quizás este mismo que ahora transcribo:
[…] en el elenco de los extraños muertos: Las cenizas de Gramsci... A la esperanza y a la vieja desconfianza te acerco, caminante sin rumbo en esta flaca tierra, frente a tu tumba, a tu espíritu apresado acá entre estos liberados ( O existe algo diferente, quizás de mayor éxtasis y también de mayor humildad, ebria simbiosis adolescente de sexo y muerte... ) y desde este país en el que no tuvo descanso tu alerta, percibo qué error aquí en la quietud de las tumbas- junto a qué razón -en el inquieto destino nuestro- tuviste escribiendo las supremas páginas en los días de tu asesinato.
Aquí para testimoniar el semen aún no esparcido del antiguo dominio, estos muertos aferrados a una posesión que ahonda en los siglos su abominación y su grandeza: y al mismo tiempo obsesión esa vibración de yunques, sordamente sofocada y profunda- del humillado barrio-para verificar el fin. Y heme aquí... pobre, vestido
con ropas que los pobres espían en las vidrieras
de chillón fulgor, y que han perdido
la suciedad de perdidas calles
de los bancos de tranvías que vuelven
confuso mi día: mientras siempre más raras
son estas vacaciones, en el tormento
de mantenerme vivo; y si me ocurre
de amar el mundo no es más que por un violento
e ingenuo amor sensual
así como, confundido adolescente, en una época
lo odié, si me hería el mal
burgués a mi burgués: y ahora, dividido
-contigo- objeto parece
de rencor y sí casi de místico
desprecio, la parte que tiene el poder?
sin embargo sin tu rigor, subsisto
porque no elijo.

Vivo en la apatía
de la eclipsada postguerra: amando el mundo que odio -su miseria
despreciable y perdida- por un oscuro escándalo
de la conciencia... [2]
O quizás no sea cierta ninguna de las anteriores conjeturas, sino que el propio Gramsci fue quien llamó a Pasolini desde su tumba para susurrarle el poema que estaba destinado a escribir y advertirle que el asesinato al que se referiría más tarde no sería el de Gramsci sino el del propio Pasolini. Pero no podemos saberlo, acaso solo elegir el relato que más resuene en nosotros.
Hace una semana algo parecido a un “llamado” se produjo en un centro de arte de Móstoles. Ocurrió durante la última jornada de la exposición dedicada a la performance Per/form. Cómo hacer cosas con [sin] palabras, en la que se anunciaba dentro de su extenso programa una acción de la artista Dora García quien mantendría una suerte de entrevista con Pier Paolo Pasolini.
Confieso que dentro de los subgéneros de las artes visuales, el de la performance es uno de los que me parece más problemáticos y difíciles de "cumplir". Quizás uno de los motivos de ese reiterado “fracaso” sea esa confrontación “obligada” entre los cuerpos, tanto del artista y como del espectador, que rara vez alcanza a producir lo que anuncia y que pocas veces alcanza a comprender el concepto lingüístico que ha viajado desde la filosofía del lenguaje hasta la teoría de género y a la práctica artística y que se supone le da sustento a la propia performance: el de la “performatividad”.
Sin embargo, les hablaré de una performance, o si prefieren, de otro subgénero de la escritura o ni siquiera eso, una simple herramienta de la investigación como la entrevista. No se trataba de cualquier entrevista, y muchas de las personas que acudimos a escucharla nos sentíamos realmente intrigados por lo que Dora García le preguntaría al cineasta italiano y por lo que éste podría contar, tras casi 40 años de su muerte.
Curiosa y escéptica, entré a la sala cuando la entrevista acababa de comenzar. No alcancé una silla, la sala estaba llena de ojos y oídos ávidos. Me coloqué discretamente tras algunas cámaras que registraban el encuentro. Y vi a un hombre joven, bien parecido y con gafas de sol que conversaba con la artista. resultaba dificil creer que ese chico rubio que también trabaja en la gestión cultural [3] fuera capaz de encarnar a alguien como Pasolini. ¿En verdad os creéis ese montaje? ¿Es una broma? ¿o estamos en un manicomio y no queremos enterarnos? Pero si ese no es Pasolini, me pareció escuchar en las cabezas de los asistentes, no se parece a Pasolini, no habla como Pasolini y tampoco piensa como Pasolini.
La entrevista transcurría con cierta naturalidad y Dora García le preguntaba a ese “farsante” acerca de la elección de tal o cual actor, sobre el énfasis en la búqueda estética de los cuerpos y de los rostros, sobre las relaciones con el partido comunista y sobre otros temas que no alcanzo a recordar.
Pero de pronto ocurrió la magia, o si se prefiere el acto perlocutivo. Aquel hombre a quien Dora García le hacía preguntas al parecer sin orden cronológico ni temático y que yo había conocido con otro nombre y otra profesión era Pasolini en carne y hueso, quien de pronto comparece en aquella sala para dar una entrevista. De pronto se produjo el phantasma, y lo hizo con tanta naturalidad que me quedé absorta escuchándolo con el deleite y la felicidad que produce escuchar a alguien a quien admiras y que de pronto “regresa de la muerte”.
Me sedujo su espontaneidad y me produjeron una infinita ternura alguno de sus olvidos. Pensé que lo de “morir”, podría ser un no-lugar en el que también habita el alzheimer. Y yo también morí un poco ahí, pues olvidé por completo que estaba ante la problemática “performance”.
Y al terminar me fui con algo restituido dentro de mi, me resulta difícil explicarlo, algo como una reconciliación.
Días después, es decir ahora mismo, pienso que podría escribir en mi diario, si llevara uno, que he conocido a Pasolini y que le he escuchado responder -a la pregunta sobre su muerte- con tanta inocencia y con cierto temblor en su voz: que en todos estos años no le ha sido posible recordar cómo ni quien le asesinó. Y en esas palabras había tanta sinceridad y su voz era tan dulce que por esta única vez suspendí con gusto mi increencia. Y aunque no alcanzó a recitarlo, estoy casi segura de que le escuché susurrar:
en el mundo algo se derrumba, y se arrastra el mundo, en la penumbra al volver a plazas vacías, a talleres sin entusiasmo... [...] Pero yo con el corazón consciente
de quien solamente en la historia tiene vida
podré alguna vez por pura pasión actuar
si sé que nuestra historia ¿ha concluido? [4]
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[1] Recuerdan aquellos versos de PPP: “Pero como yo poseo la historia / ésta me posee: me ha iluminado / pero ¿para qué sirve la luz?
[2] Pier Paolo Pasolini “Las cenizas de Gramsci”. Prólogo y Traducción de Elena Tardonato. Visto en http://horadelsur.wordpress.com
[3] Esa noche PPP fue Pablo Martínez.
[4] Ibídem


Per/form. Cómo hacer cosas con [sin] palabras
Ca2m
23 marzo-21 de septiembre 2014


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Hasta aquí el mensaje.
Por mi parte, para seguir reflexionando sobre la performance de Pablo Martínez y Dora García, le envié el siguiente texto y su correspondiente foto:
Hola ... :
Te agradezco que me hayas hecho llegar el texto de esa crítica, porque me ha ayudado a aclarar mis conceptos con respecto a la acción (performance) de Dora García, que a mi también me ha hecho pensar mucho. Y además porque me ha permitido conocer (y suscribirme) a SalónKritik.
Vaya por delante que conozco el trabajo de Dora García desde hace muchos años, que lo sigo con  interés y que la considero una de las artistas actuales españolas más inteligentes. Por eso mismo mi decepción en el CA2M fue grande. Esperaba más de ella porque se que puede darlo.

Y ahora vamos con la acción/ performance:
Primero, yo hago claramente una distinción entre acción y performance: las acciones son actos "de verdad", ocurrren realmente, mientras las performances incluyen el espectáculo y por tanto lo escénico y la representación, es decir pueden no ser reales.
Segundo: el título y el subtítulo que le da la crítica a su crónica:

Creer o no creer / la producción de phantasma.

Queda claro que nos movemos en un territorio fuera de la realidad. Las creencias. Y por si fuera poco, la creación de "phantasma", así con esa innecesaria hache, que nos aleja aún más de lo real. En el comienzo de su reseña, María Victoria Jaua también se pregunta. "¿En verdad os creéis este montaje? ¿Qué clase de farsa es esta?". Podríamos añadir aquello de "... teatro, lo tuyo es puro teatro, ..."
Tercero: las fotografías. Yo no recuerdo haber visto la foto con la que comienza la reseña, pero María Virginia Jaua hablando de la foto deja ver que ella si cree en los fantasmas -llama espectro a Pasolini-. También es muy claro que conoce la vida y obra de Pier Paolo y que siente fascinación por su persona y su trabajo. Estas son las bases sobre las que se asienta "... la magia, o si se prefiere, el acto perlocutivo, ..." Por cierto que ambas cosas vuelven a ser territorios enfrentados. La magia ocurre en la imaginación o en la creencia; las palabras que crean realidades son eso, actos de la realidad. (Yo os declaro marido y mujer, crea la realidad de un matrimonio, con sus efectos legales correspondientes, igual que yo, juez, le declaro a usted, el acusado, culpable o inocente, también con sus efectos reales.)
Yo voy hablar de las fotos que conozco, que hemos hecho nosotros, y en las que son los cuerpos "reales" de los fotografiados los que nos hablan. Con cierta dosis de credulidad yo también podría hablar de "magia", viendo las similitudes que se han producido, pero prefiero pensar que las casualidades no existen, que si algo se produce es porque está en la realidad y que hasta las cámaras lo captan. Te preguntarás de qué estoy hablando: sencillamente de la foto que te adjunto y de la que adjunta Maria Virginia.
Tu sabes de fotografía. Y sabes que las dos son "malas" fotos. Difusas o movidas, desenfocadas tal vez. Como lo que estaba sucediendo allí en ese momento. Era una situación difusa, desenfocada, inestable.
Échale otro vistazo a la foto que yo hice. La comunicación no verbal que se establece entre los dos cuerpos de la foto también nos dice muchas cosas. Quien está cómodamente sentado -asentado- en la realidad, en aquella sala y en aquella silla es el hombre. Con el cuerpo claramente girado y dirigido hacia la mujer. La espalda recta y bien apoyada en el respaldo -respaldado-, seguro y atento. Todo lo contrario que Dora: mirando hacia fuera de la "escena", con las piernas y las manos recogidas, la espalda inclinada hacia adelante, hacia la posición fetal de defensa. Ella está en otra parte, en otro lugar. De hecho, mirando la foto, se puede decir que se han invertido los papeles: es él quien hace la entrevista y pregunta. Y ella la entrevistada que tiene que buscar en su cabeza -tal vez en sus recuerdos- la respuesta. Él es proactivo, ella reactiva. No hace falta la recurrencia a ningún fantasma. Los cuerpos reales hablan muy claro: él está allí; ella no.
Y aquí viene lo de "la magia" que le sucedió a María Virginia: relee los adjetivos con los que define al hombre: naturalidad, espontaneidad, responder con tanta inocencia, sinceridad, ... En resumen, él está allí, siendo él mismo y produciéndose tal y como es. Él es real.
Si relees lo que dice de Dora García, lo más significativo es que ella le hacía preguntas "... al parecer sin orden cronológico, ni temático ,..." es decir, errática. A partir de ahí ella desaparece y, sobre la escena, María Virginia proyecta todo lo que sabe y ama de Pasolini. Es ella quien ve y oye lo que quiere ver y oir. Es ella quien produce el milagroso acto perlocutivo. 
Desde hace mucho tiempo sabemos que las obras de arte son, en gran parte, hechas por quien las mira. En el arte abstracto o en mucho del arte actual, donde no hay representación o figuración, es el espectador quien vuelca su conocimiento y sus sentimientos sobre el objeto de arte. Eso fue exactamente lo que la crítica hizo.
Dicho esto, aclaro que yo también entiendo que el arte es algo que "sucede". Algo que pasa, algo que se produce o se genera. En mi currículum digo que " ... hace algún tiempo comprendí que el arte lo hacen los otros.Desde entonces, en mis acciones, me limito a proporcionar la oportunidad para que el arte se produzca. Para que ocurran vivencias poéticas, es decir, vivencias de experiencia intensificada."
En ese sentido, Dora García propuso un escenario donde Pablo Martínez, gestor cultural, hizo de Pier Paolo Pasolini siendo el mismo, lo que dió la oportunidad para que se produjera arte, para que el arte sucediese. Pero todo ello sin necesidad de ningún phantasma, ni de seres extrasensoriales o extraterrestres. Sin tener que "... suspender mi increencia, ..." Para mi el arte no es una cuestión de fe.
Un último detalle del que creo que ya hablamos en su momento: es una grosería imperdonable que Dora García ni mencionara el nombre de Pablo Martínez, ni le agradeciera su colaboración. Sencillamente le utilizó como se utiliza un mueble o cualquier objeto inanimado
Bueno, ...  me parece que ya me he pasado haciendo esta contra crítica, pero me gustaría saber que piensas ahora de todo esto.
Salusss!
Hilario




2 comentarios:

dora dijo...

"Un último detalle del que creo que ya hablamos en su momento: es una grosería imperdonable que Dora García ni mencionara el nombre de Pablo Martínez, ni le agradeciera su colaboración. Sencillamente le utilizó como se utiliza un mueble o cualquier objeto inanimado"

De verdad crees que si no agradecí la colaboración de Pablo fue por grosería? no lo hice en el convencimiento de que admitir que un "actor" hacía de Pasolini significaba romper el personaje y por tanto el sentido del trabajo. No se le menciona muy conscientemente y con su consentimiento por supuesto, ya no es Pablo, es Pasolini. Este es el sentido de esa serie de trabajos, "¿Dónde van los personajes cuando la novela se acaba?" del que este es el quinto ya, habiendo pasado por la serie Charles Filch, William Holden, Lenny Bruce, Gertrude Stein y ahora Pasolini. El actor desaparece porque solo hay personaje. De modo que no es grosería, sino coherencia pactada. Yo también hacía de Dora García como Pablo hacía de Pasolini, se nombraban los personajes, no los actores. Puede gustar o no, pero todo era intencionado.

OFICINA DE IDEAS LIBRES dijo...

Nunca he dudado que era algo hecho a conciencia. Lo que no tengo tan claro es que sea una buena práctica.