El otoño se ha apoderado del patio interior del MNCARS de Madrid y hoy hace dos meses que se abrió la exposición para la que Juan Luis Moraza ha reunido una amplia selección de sus obras.
Antes que nada hay que advertir que esta exposición es, en su diseño y planteamiento, un artefacto, un dispositivo perverso, un ingenio maligno capaz de destruir la mas enraizada de las inocencias artísticas. Pobre de quien se acerque al museo e, inadvertidamente, entre en las salas en las que expone Moraza creyendo que va a "ver" otra exposición más. Lo menos que puede pasarle es que no entienda nada; algo que ya se ha planteado el "escultor" Moraza y que, a su manera, ha resuelto decantándose claramente por la opción más arriesgada. Y lo más y mejor que puede pasarle al inadvertido visitante es que sienta que es un juguete, un "peón/rey" más en el "tablero/república" que ha diseñado el artista.
Pero vayamos por partes. La exposición es un recorrido diseñado para comenzar en la entrada a la tercera planta por el edificio Nouvell. Allí encontrará el visitante un terrible diagrama de lo que le espera:
Así se enterará de que la exposición se llama "república" y que consta de XVIII espacios que van desde la "represencialidad" a la "representatividad" pasando por conjuntos llamados "emblemas", "dispositivos" y "dividuos" y que se consituyen en "interpasividad", "ornamento y ley" e "implejidades".
Si, a pesar de lo anterior, decide seguir adelante, el arriesgado visitante encontrará: "república", que "es un periódico que acompaña a la exposición con el mismo nombre." Y, dentro del periódico, el diagrama ya visto, solo que en esta ocasión está completado con la ubicación de las 183 obras de que consta la exposición, así como el título, fecha de realización, material y/o técnica conque está hecha cada pieza. Hay, además, una extensa entrevista con el artista y hasta un crucigrama con, por supuesto, palabras clave del arte.
A estas alturas el visitante, sea avisado o no, ya se ha dado cuenta de que lo que le espera por delante no es moco de pavo. Además de muy complejo es muy, muy amplio. Y que si quiere llegar al meollo de lo allí presentado deberá tener muy en cuenta que "El artista nos propone un lugar que se transforma en un sistema de "implejidades", término con el que designa la encrucijada entre la complejidad y la implicación, entre los derechos y las responsabilidades del juego social asumido por el museo."
Por suerte la exposición estará abierta hasta el 2 de marzo de 2015, con lo que hay tiempo para volver una y otra vez a estudiar el trabajo -los trabajos- de J.L. Moraza. Como ejemplo claro de la complejidad ("implejidad") de algunos de los trabajos presentados, baste un vídeo -el único- que dura 1h 11' 19". Es la pieza nº 150 "D'amour, savoere", 2004. Un vídeo en el que se superponen hasta cinco lenguajes diferentes y simultáneos. En la pantalla aparecen imágenes naipes de una de las barajas que también forman parte de la exposición, en baja resolución. Sobre esas imágenes corren los subtítulos de la traducción de una conferencia que se está escuchando, en francés, (Muy posiblemente de Lacan), con un texto denso que analiza y relaciona arte y psicoanálisis. Hay, de fondo sonoro, otra voz de hombre, que no llega a ser nítida y permanece ininteligible. En otro plano de sonido, el canto de unos pájaros acompaña toda la duración del vídeo, que también incluye, de nuevo en baja resolución y fundido con las imágenes de las cartas de baraja, la sombras de personas y una panorámica de una audiencia. Y todo eso continuado durante más de una hora. Y sin poder pausarlo para reflexionar sobre lo que allí pasa. Mucha mucha "implejidad".
Hay, ya se ha dicho, muchísimas piezas para estudiar concienzudamente porque ninguna es fácil. Y algunas incluyen notas de humor muy curioso, por lo que tienen de relación/crítica/análisis, de la pintura. El ejemplo en este caso es un óleo de pequeño formato, óleo blanco, sobre el que se ha escrito con escritura incisa "Ceci n'est pas une republique". O el sello, tamponado sobre piel, que garantiza que el portador/a es "Una persona de calidad superior". Por no hablar de los cinco lienzos blancos que esconden lo mejor detrás del lienzo y que vuelven someter al visitante a una "implejidad" muy crítica.
Otra pieza que merece y necesita un estudio detallado es "MA (non é) DONNA, 1991-94 que podría parecer una vitrina pop de Carlos Pazos y es un "Proggetti di restauro testuale. ... una etnografía del vínculo entre creación, procreación y anticoncepción"
La obra de J.L. Moraza no es para ver. Hay que estudiarla. Y estudiarla muy a fondo porque lo que contiene es un conocimiento muy amplio y muy afilado del arte y de la vida. Habrá pues que volver una y otra vez a la tercera planta del Museo Reina Sofía de Madrid.
La calidad de la fotografía deja mucho que desear, pero teniendo en cuenta que el personal de sala no permite hacer fotografías, podemos darla por buena para hablar sobre ella. Es, o lo parece, uno de esos dibujos que se hacen mientras se habla por teléfono, o se divaga en la mesa de trabajo. Empieza con unas rayas sin mas que acaban complicándose hasta construir una trama que puede ser sináptica. Me pareció un ejemplo muy claro del proceso creativo de Moraza. (Con perdón).
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