domingo, 22 de marzo de 2015

SANTIAGO SIERRA VUELVE A LAS ANDADAS.

Si un día como hoy, 21 de marzo de 2015, a las ocho en punto de la noche, alguien entra en el local adyacente al número 8 de la calle de Encarnación González en Madrid, quien entre digo, se encontrará con un espacio vacío, a excepción de una persona (un hombre), que se sitúa en el rincón más alejado de la sala, de cara a la pared y, por tanto, ajeno y de espaldas a todo lo que pueda suceder en el espacio.
No hay nada ni nadie más. Los pasos de quien ha entrado resuenan en el espacio vacío. Es la propuesta de performance del artista Santiago Sierra, programada para este día a esta hora: "VETERANOS"
La persona que está de espaldas, como se puede apreciar en la fotografía, tiene ya poco pelo. Es por tanto un "veterano". De qué no lo sabemos. Tal vez sólo de la vida. Si de algo más sólo podremos conjeturarlo uniendo algunos de los datos dispersos. Por ejemplo, los que nos aportan a la salida las personas que nos han franqueado la entrada: que los "veteranos" son tres, que se relevan cada veinte minutos y que cada sesión programada dura en total una hora.
Es bien conocida la actitud habitual de este artista: la hiperafirmación de un tema conflictivo con la que pretende provocar una reacción de rechazo hacia el comportamiento generalizado en relación al conflicto planteado.
Así, es bien conocido, que ha contratado varias veces, incluso en la Bienal de Venecia, a inmigrantes ilegales o prostitutas o homosexuales, para que ejecuten sus propuestas de performance. También es conocido que estos contratos son sólo verbales, malpagados y en dinero negro. Es decir, una explotación laboral en toda regla. Como la de cualquier empresario que se precie.
Cabe entonces la posibilidad de que los contratados esta vez ya hayan sido contratados antes y de ahí lo de "veteranos", de ahí la redundancia y de ahí la hiperafirmación. Puede ser, quién sabe. Dicen que una de las mejores funciones del arte es la de plantear preguntas. Lo que si sabemos en este caso, es que salvo conjeturas, Santiago Sierra no dice nada que no sepamos. Y que decirlo aquí y ahora no tiene más valor que el del onanismo.
Pero sabemos aún algo más: que no sabemos quiénes son esos "veteranos" que realmente performan la performance. Ellos son los performers. Uso aquí el término (francés-inglés-internacional) con todas sus connotaciones, especialmente las de espectáculo para ser visto por un público.
Pues bien, en todos los espectáculos de este tipo quienes performan aparecen con su nombre y apellidos en la documentación del evento. ¿Por qué aquí no? Se puede argumentar que siendo ilegales no quieren que sus nombres se hagan públicos. Bien, es muy posible que así sea. Lo que no quita para que puedan ser señalados con nombres "ad hoc" como Alí Uno, Alí Dos y Alí Tres, o Mohamed, o Salif, o cualesquiera otro que venga bien. De lo que se trata es de no ningunear. De atribuir el trabajo a quien lo hace y reconocerselo. Se trata de honestidad y justicia. Se trata de que cuando el arte invada los terrenos de la vida, sea la vida la que marque las pautas y no el arte. Se trata de jugar limpio. Y no es el caso. Se trata de considerar a las personas antes que a los personajes. Nada más y nada menos.


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