Pintar con (en) el ordenador siempre me plantea el reto de conseguir que el resultado sea lo menos "informático" posible. Que escape, hasta donde sea posible -incluso más allá- de la lógica binaria. Tratar de llegar a lo orgánico desde la máquina. Empeño inútil, pero no por ello menos atractivo. Aprovechando algunos ratos vacantes (agosto, claro está) he hecho algunos intentos. Aquí uno de ellos:
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