20.09.2015 // 16:30h
Dedico el sábado a ampliar el conocimiento del terreno: “Acción
Bus-Límites”. En una parada, frente al hotel, elijo una línea de
autobús y espero hasta confirmar que el autobús pasa por la parada
en ambas direcciones. No lleva mucho tiempo confirmar que la línea
1, la 7, la 13 y la 22 cumplen el requisito. Elijo la línea
1 y subo en el primer autobús que llega. El recorrido es hacia
el Sureste, siempre en la margen izquierda del río. Unos 30 minutos
de
recorrido por barrios periféricos hasta una zona industrial y un
nuevo y horrible barrio
de torres y más torres acumuladas. Hace un muy buen día de
finales de septiembre. De hecho, hoy comienza el Otoño. Es aún
temprano, pero ya es evidente que al mediodía rondaremos los 30º.
El cielo es limpio, azul, sin una nube. Pienso en la cercana Beijing
y los muchos días que pasan sin ver el cielo claro.
Viaje de vuelta. El autobús es viejo, destartalado y ruidoso. Poco a
poco se va llenando de gente. El sistema de cobro del viaje es un
recipiente junto al conductor, con dos aberturas superiores por las
que los viajeros introducen el importe. Precio único 1 yuan. También
hay un sistema de lectura magnética y la mayoría de los pasajeros
lleva su tarjeta. Una megafonía interna anuncia la inminente parada
e indica a quienes quieran bajarse que estén preparados.
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Desde el autobús he visto en lo alto de un/una ¿montaña, cerro,
colina? Una construcción abierta, con el tejado típico de alero
curvo y levantado. He pensado que sería parte del célebre
Palacio de Verano Imperial. Más tarde sabré que es sólo un mirador
y que hay varios en las alturas que rodean la ciudad. Como en el
hotel donde estoy estos día el desayuno está incluido,procuro
desayunar bien, picar algo a mediodía y por la tarde-noche hacer una
comida mas completa. Todo en restaurantillo de calle y baratos. El
sábado me equivoqué al elegir en una mala foto lo que parecía un
pincho moruno de carne: ¡eran cabezas de gallina! Muy asadas. Tanto
que se podía masticar los huesos. Había 6. Sólo pude con tres. Sin
embargo el domingo encontré unos como boquerones -mas grandes y algo
insípidos- que se comían muy bien. Y que se acompañaban con un
polvillo rojizo anaranjado, mezcla de varias especies, con un sabor
agridulce que le iba muy bien al pescado. Cada día un poco mas me
voy haciendo con el manejo de los palillos. ¿Llegaré a comer rápido
con ellos?
A vuela pluma; donde menos se piensa salta la moto. Y como es
eléctrica y silenciosa, el peligro es constante.
Aquí las minifalderas son treinta y cuarenta añeras.
Insalubre y asqueroso: practicantes contundentes del gargajo y el
ecupitajo.
Sería bueno que intituyesen el “día sin claxon”. Comprobarían
que se circula igual de mal, pero el nivel de contaminación acústica
y el estrés que genera disminuirían mucho y sería muy de
agradecer.
En el país del tigre los
leones son … de piedra.
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Casi todas las calles tienen un carril bici que nadie usa. Las bicis
prefieren las aceras.
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