viernes, 4 de diciembre de 2015

ZONA DE CONFORT / CUADERNO DE CHENGDE__20


06.10.15 Martes / 10:30h.
Es curioso, muy curioso. Funciona mejor la telepatía que el teléfono móvil. Ayer, mas o menos a esta hora, escribí que quería llamar a Queca y que esperaría hasta que fuese una hora conveniente. Sobre las cinco de la tarde local, es decir las once hora de Ferrol, mas o menos, lo intenté hasta cuatro veces y no conseguí conectar con su móvil. A las 20 hs., local, las 14 en Ferrol, mas o menos, me llamó Queca desde su teléfono fijo. Ambos sabíamos que teníamos que llamar. Por si fuera poco era [(estoy viendo una enorme hormiga reina)] el cumpleaños de Queca que yo, con mi poco aprecio por los cumpleaños, ignoraba por completo. A las nueve de la noche local, tres de la tarde en Ferrol, volví a intentarlo un par de veces, al fijo, también sin resultado. Poco antes de dormir, en el duermevela, pensé que tal vez era cuestión de la maldita almohadilla (#) que yo no había puesto. Esta tarde volveré a intentarlo de nuevo. Escribo ahora en el patio de un templo con mirador, en el que ya había estado. He venido a hacer unas panorámicas desde este lado de la ciudad para tener una perspectiva mas completa. Además hoy hay esa calima tan característica de la paisajística china y quería que se viese. Para subir hasta aquí hay un atajo de escaleras empinadas en medio de la maleza. Al comienzo del atajo he tenido un encuentro extraño: una mujer de alrededor de los treinta años, me ha preguntado si el camino llevaba hasta arriba. Le he dicho que no entendía y entonces ella, chapurreando inglés, me ha dicho que era la primera vez que venía. Le he contestado que si, que el camino llegaba hasta arriba. En chino me ha dicho que si iba a “escalar” (ascender) y le he dicho que iba a descansar un poco antes de subir. Ella ha comenzado a subir muy despacio y mirando hacia atrás. Yo me he quitado la camisa que uso como chaqueta y la he guardado en la mochila, he esperado un par de minutos y he comenzado a subir. No había subido ni un par de tramos de escalera cuando nos hemos cruzado porque ella bajaba. No ha dicho nada. Yo tampoco. Al llegar arriba, en el pretil que bordea la carretera, estaba sentado un hombre, también sobre los treintayalgo que se me ha quedado mirando. Yo he pensado, quizás mal pensado, que me he librado de una mala experiencia. Los “canguingos”. La señora Sebastiana tenía una tahona donde hacía pan y una caballería con banastas cargadas de pan con la que recorría el pueblo vendiendo el pan. Los domingos por la mañana, la señora Sebastiana añadía artículos de lujo y los pregonaba a los cuatro vientos por las calles del pueblo. Mi madre, sabedora de sobras que nosotros no podíamos permitirnos aquellos lujos, se inventó los “canguingos”. Así, cuando le preguntábamos qué pregonaba la Sebastiana los domingos, ella contestaba que “canguingos y patas de peces”. Nosotros oíamos el pregón y, efectivamente, la Sebastiana gritaba: “Hay canguingos y patas de peces”. Nadie sabía qué eran los canguingos, pero lo de las patas de peces nos daba alguna pista y nunca bajamos a comprobar la mercancía de la Sebastiana. Con el tiempo comprobamos que la Sebastiana decía: “Hay tortitas y bollos de leche”, pero para nosotros siguen siendo canguingos y patas de peces. Mi madre, pienso ahora, era una mujer muy creativa. Todo esto viene a cuento de un pregón matinal en las calles de Chengde. Sobre las siete de la mañana, recién amaneciendo, se oye una voz de hombre pregonar su mercancía. Primero es un eco lejano que poco a poco va acercándose y haciéndose cada vez mas audible, para desaparecer paulatinamente. Después de varios días de oírlo, uno de ellos presté atención tratando de entender el pregón. Después de varias escuchas llegué a la conclusión de que el hombre decía: “Wo you jinjos”, es decir: “Tengo jinjos”. Los jinjos son ese fruto pequeño y redondeado, tan popular en China, que se vende por todas partes y también en carros de mano que van circulando. Cuando después de varias explicaciones sobre lo que yo creía que pregonaba el madrugador, el gerente del hostel me aclaró que no, que era el butanero -“the gas man”- y que el mensaje era difícil de traducir. Me acordé de los canguingos. Como la biblioteca no abre los lunes, hoy es el primer día de biblioteca de esta semana. A las tres de la tarde la biblioteca está bastante concurrida. 
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Los “dazibaos” y la agenda. Uso horario y teléfono. Arte chino actual. Hay en bastantes puntos de la ciudad unos soportes publicitarios que en la parte de abajo, a la altura de los ojos, tienen, protegidos por cristal, el periódico del día desplegado para su lectura. Supongo que será el periódico oficial de la ciudad o el gobierno, aunque también pueden ser privados, si es que los hay -tengo que preguntarlo- por aquello de la publicidad y el soporte. Cuando los vi por primera vez me dio por pensar en los “dazibaos” que eran periódicos murales hechos por la gente en el periodo revolucionario. Tal vez estos diarios son una continuación de aquella costumbre. A veces la intuición funciona mejor que la información. Y si se complementan es cuando las cosas funcionan mejor. En los primeros días de mis vagabundeos por la ciudad recorrí una calle en la que vi un par de colegios, uno de ellos enorme, con mas de mil alumnos, porque los vi desfilar, ellos sabrán el motivo, en el patio del colegio. Formados en batallones mixtos (¿aulas?, ¿grados?, ¿cursos?) todos uniformados con el chandal, con música marcial de fondo, con una bandera nacional desplegada por cuatro alumnos y a la voz de mando de un hombre (¿profesor?, ¿director?, ¿jefe de algo?) los alumnos desfilaban con toda normalidad. Parecía que eso fuese parte de su rutina habitual. En esa misma calle había varias tiendas de libros y material escolar. Muy lógico. Pensé entonces que allí podría encontrar algo que en Madrid ya me era imposible encontrar: una agenda/dietario de 2015 a buen precio, dadas las fechas a las que estamos. Fue una intuición a la que aquel día no le di mas importancia. Esta mañana, por un error al coger la línea de autobús, he vuelto a recorrer esa calle. Y decidí probar suerte con la agenda. Entré en una librería y conseguí que entendieran lo que quería. Luego yo entendí que allí no tenían, pero que fuese a la tienda de enfrente. Crucé la calle y “voie la”: tenían agendas. Primero me ofrecieron una de 2014, pero insistí, buscaron mas y ahora tengo, por cinco euros, una gran agenda china, encuadernada en símil piel, del año 2015. Me viene muy bien para mi colección de agendas/documentales. El crecimiento vertical de las ciudades chinas. 441,8 metros. Y otra torre, que se acabará de construir este año, de 681 metros. ¿Es este su modelo de crecimiento? De vértigo.

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