09.10.2015
Viernes / 09:30h
Otra
noche de mal, muy mal dormir. He decidido buscar hotel y si no
encuentro uno asequible con aire acondicionado-calefacción, haré lo
posible por cambiar el billete. Otro día de impecable cielo azul,
ventoso y frío, frío. Escribo en la biblioteca para hacer tiempo y
no ir a preguntar a los hoteles a primera hora -no se por qué-. Ya
he preguntado en uno, pero he estado torpe y tímido y la chica de
recepción se me ha quitado de encima con un “Hoy el hotel está
completo”. Mentía, seguro, pero reconozco mi error de no entrar
con paso firme, cabeza alta y hablando inglés a voces. Seguro que el
resultado hubiera sido distinto. Aprender a no ahogarse en una gota
de agua. A prender que la intemperie no es el Polo Norte. Aprender
que las cuestiones de dinero se arreglan fácilmente … con dinero.
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Escribo
sentado en la habitación del hotel que he encontrado, al tercer
intento, aunque todavía no he podido copiar ni traducir su
nombre.
No es la quintaesencia de los hoteles, ni yo buscaba eso, pero es
asequible en precio: 100 yuanes/noche. Mas o menos 14 yuanes y está
en una zona céntrica pero tranquila. Tiene dos camas dobles y llego
a la conclusión de que en los hoteles chinos no existen habitaciones
de una sola cama. No tiene ventanas, pero las que he tenido hasta
ahora sólo servían para despertarme a las cinco y media que es
cuando empieza a amanecer aquí. Tampoco tiene una silla o un
taburete, por eso para escribir tengo que usar las cuatro tablas de
aglomerado forrado que hacen de mesilla. Tiene tv y espero que
viendo/oyendo pueda aprender algo mas de chino. Las tardes de lluvia
puedo dedicarlas a ver la tele. Me puse muy contento cuando encontré
el hotel y que encajaba en mis cálculos y presupuesto. Pero la
despedida del hostel ha sido triste. Les he explicado que por las
noches, a veces, tengo fiebre y muchas toses, que duermo poco y mal y
luego los días los paso destemplado, con frío y cansado. Han
entendido que tengo que cuidarme y Huo Xin -hoy, por fin, se su
nombre- ha querido devolverme la mitad del dinero que pagué. Le he
dicho que no estaba obligado a hacerlo y después de una pequeña
discusión hemos partido lo que me iba a devolver por la mitad. Y le
he pedido que con la otra mitad le compre un regalo a su hija. En el
último momento me ha dicho que podría usar la habitación con cama
doble y baño incluido y hemos quedado que cuando me recupere tal vez
vuelva. Ya veremos. He dedicado la tarde a deshacer
la maleta, celebrar la cama y escuchar la tele. Ahora saldré a
cenar. Mañana será otro día, pero parece que hasta la bronquitis y
las toses han disminuido.
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