26.10.2015 Lunes / 10:00h
Día
lluvioso aunque templado. Estación de tren/autobuses. Billete hasta
Beijing 85 yuanes. 3 horas. Es el momento de decir 再见.
Adiós Chengde. Habría bastante que escribir sobre el viaje
Chengde-Beijing, pero a estas alturas del viaje me conformo con
apuntar ideas: apenas iniciado el trayecto (mucho más caro que el
tren) cambio de autobús para completar entre dos a medias uno lleno.
Primer control policial. Exigen el carnet de todo el mundo -mi
pasaporte, no-. Lo llevan a comprobar a una garita. Minutos después
los devuelven y la gente se los distribuye. Subida a la cadena
montañosa del Norte de Beijing. Mas de 1500 metros. Niebla espesa.
No encienden los faros antiniebla, sino los intermitentes de
avería-emergencia. Zona de aldeas agrícolas. Creo que los chinos
inventaron los invernaderos de plástico. Mucho maiz. Zonas pobres
pero no míseras. Me doy cuenta de que no he visto antenas de
televisión. Y en Chengde sólo un par de parabólicas. ¿Toda la
televisión va por cable? Grandísimas torres de “hipermega alta
tensión” que están instalando ahora. Cambio de provincia. Nuevo
control policial. Idéntico proceso. Trozo y torres de la Gran
Muralla. Llegando a Beijing no se ven apenas industrias. Si muchos
árboles y vegetación. A pesar de eso, niebla-contaminación que
el sol no puede atravesar. Vista del estadio olímpico. Llegada a
destino. Viaje supuestamente de tres horas; duración real cinco
horas y media. Fatigosa búsqueda de un hotel asequible. Encuentro
uno de 300 yuanes, mas o menos 43€, que no es gran cosa, pero estoy
cansado del viaje en autobús y de arrastrar la maleta.
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