Laura
no ha contestado. Yo la amo y Laura no ha contestado.
He
dicho la amo y no la quiero porque en realidad es así. Lo que yo
siento por Laura está bastante lejos de ser un querer estúpido y
urgente, sometido, como todas las pasiones, a un principio y un
final. Y después del final sometido al tedio y la traición.
Amo
a Laura sin principio ni fin. Es como si el amor a Laura comenzase
mucho antes de mi existencia, la atravesase toda sin sobresalto ni
desvío y siguiese después de mí, su curso inmutable. Ni tan
siquiera soy yo quien ama a Laura. Es el amor quien en mí ama.
Por
eso, a pesar del reproche inicial, no me preocupa que Laura no haya
contestado. Ella también es inocente de este amor que me atraviesa y
llega hasta ella sin quererlo, sin necesitarlo y sin siquiera hacer
nada por merecerlo.
MIERDA.
Así, en grande y con mucha mayúscula. M I E R D A. Lo siento,
lectorcete, colega, amigo, compañero del alma compañero. Lo siento
por ti, por mí y por la humanidad entera. Ya no hay remedio, no
tiene solución. Todo lo que, a partir de ahora, intente, no será
sino un simple remedo. Un pálido reflejo, que diría el cursi, un
vano intento, un esfuerzo inútil. LLORA. Llora conmigo, si es que
puedes. Llora porque hemos perdido VEINTE páginas. Y ya nunca más
podremos recuperarlas.
Los
ficheros, FILENAME, NUM., DOC., CORT., COPIA, INS., INTRO y toda la
demás parafernalia del maldito PCW, se ha puesto en nuestra contra.
Se han declarado enemigos invencibles y se han cobrado el terrible
tributo
de VEINTE páginas.
Y
sí que es para ponerse así. Así y mucho más que así. Veinte
páginas no se escriben de la noche a la mañana, y aunque así
fuera, nunca serían las mismas. El orden, la adjetivación, la
trama, las descripciones, los personajes que por ellas discurrían,
ya nunca más existirán.
Podremos,
como Stendal o Dostoyevsky, llegar a la máxima agudeza en el retrato
psicológico, podremos encontrar descripciones ajustadas y precisas,
podremos incluso recordar párrafos casi idénticos, y no será lo
mismo. Pedro nunca será lo mismo que un retrato de Pedro. Como
Pedro, esas veinte páginas son, mejor dicho, fueron, algo único e
irrepetible. Terrible misterio de la creación. Único e irrepetible
son calificaciones que sólo se pueden aplicar, en justicia, a
contados fenómenos. Único e irrepetible sólo pueden aplicarse a
los seres vivos y al arte. Todo lo demás puede reproducirse,
clonizarse y matrizarse hasta el infinito, pero un hijo no. Y veinte
páginas de un libro tampoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario