lunes, 6 de marzo de 2017

POSTPRODUCCIÓN_11


      Laura no ha contestado. Yo la amo y Laura no ha contestado.
 

      He dicho la amo y no la quiero porque en realidad es así. Lo que yo siento por Laura está bastante lejos de ser un querer estúpido y urgente, sometido, como todas las pasiones, a un principio y un final. Y después del final sometido al tedio y la traición.

      Amo a Laura sin principio ni fin. Es como si el amor a Laura comenzase mucho antes de mi existencia, la atravesase toda sin sobresalto ni desvío y siguiese después de mí, su curso inmutable. Ni tan siquiera soy yo quien ama a Laura. Es el amor quien en mí ama.

      Por eso, a pesar del reproche inicial, no me preocupa que Laura no haya contestado. Ella también es inocente de este amor que me atraviesa y llega hasta ella sin quererlo, sin necesitarlo y sin siquiera hacer nada por merecerlo.


      MIERDA. Así, en grande y con mucha mayúscula. M I E R D A. Lo siento, lectorcete, colega, amigo, compañero del alma compañero. Lo siento por ti, por mí y por la humanidad entera. Ya no hay remedio, no tiene solución. Todo lo que, a partir de ahora, intente, no será sino un simple remedo. Un pálido reflejo, que diría el cursi, un vano intento, un esfuerzo inútil. LLORA. Llora conmigo, si es que puedes. Llora porque hemos perdido VEINTE páginas. Y ya nunca más podremos recuperarlas.

      Los ficheros, FILENAME, NUM., DOC., CORT., COPIA, INS., INTRO y toda la demás parafernalia del maldito PCW, se ha puesto en nuestra contra. Se han declarado enemigos invencibles y se han cobrado el terrible tributo de VEINTE páginas.

      Y sí que es para ponerse así. Así y mucho más que así. Veinte páginas no se escriben de la noche a la mañana, y aunque así fuera, nunca serían las mismas. El orden, la adjetivación, la trama, las descripciones, los personajes que por ellas discurrían, ya nunca más existirán.

      Podremos, como Stendal o Dostoyevsky, llegar a la máxima agudeza en el retrato psicológico, podremos encontrar descripciones ajustadas y precisas, podremos incluso recordar párrafos casi idénticos, y no será lo mismo. Pedro nunca será lo mismo que un retrato de Pedro. Como Pedro, esas veinte páginas son, mejor dicho, fueron, algo único e irrepetible. Terrible misterio de la creación. Único e irrepetible son calificaciones que sólo se pueden aplicar, en justicia, a contados fenómenos. Único e irrepetible sólo pueden aplicarse a los seres vivos y al arte. Todo lo demás puede reproducirse, clonizarse y matrizarse hasta el infinito, pero un hijo no. Y veinte páginas de un libro tampoco.

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