“Un cuadro y sus 38 bocetos”
Jaime Aledo
Galería Rafael Pérez Hernando
C/Orellana, 18
08.03.2012
Cuando se visita la galería en la que ahora expone Jaime Aledo, lo primero que llama la atención es el cuasi vacío de las paredes. En cada una de las tres salas no hay mas que un cuadro de pequeño formato y colocado a una altura muy inferior a la habitual del punto de mira del espectador. Además, los tres cuadros son prácticamente iguales y sólo se diferencian en pequeños detalles.
Son cuadros en los que unas manchas de color, de formas redondeadas están distribuidas sobre otras manchas también de color pero en este caso con formas geométricas rectangulares y superpuestas.
Los colores son mas bien apagados dentro de una gama que admite los azules, los ocres, los teja, los amarillos, los rojos y el blanco. Destaca en estos tres cuadros el equilibrio de formas y colores y algo en ellos, lejánamente, hace pensar en Joan Miró.
Conociendo el título que Jaime Aledo le ha dado a la exposición, y sabiendo que hay otra sala en la planta inferior de la galería, lo lógico es bajar allí a buscar el resto de la exposición. Y allí está. Situado al fondo de esta sala subterránea, el cuadro del título con sus 38 bocetos en una de las paredes laterales. El cuadro se llama, según la hoja informativa que facilita la galería, “Galimatías monárquico”. Y la exposición se presenta como una “instalación-performance”
Y allí están la mayoría de los visitantes; casi dando la espalda al cuadro de un tamaño considerable y mirando atentamente la sucesión de bocetos. Es inevitable el recuerdo de los bocetos previos al Guernica y también, para quien los conozca, los bocetos que Luis Gordillo presenta de casi todos sus cuadros.
Los bocetos son de pequeño formato -cuartilla o medio folio- y en ellos se ven diferentes evoluciones y distribuciones de las manchas y figuras que ya conocemos en el espacio del cuadro. Cada boceto lleva un título. En estos títulos aparecen denominaciones como “la veneciana” o “el durmiente” que hacen referencia a las formas redondeadas que ocupan aprox., los ángulos inferior izquierdo y superior derecho de los bocetos. En otros se habla de “ventanas” y se corresponde éstas con las manchas rectangulares de los bocetos y los cuadros.
En la evolución de los bocetos se ven varios tipos de materiales desde el bolígrafo a los acuarelados o aguados, y collages sobre diferentes tipos de papeles. Y, muy notoriamente, en dos de ellos hay distribuciones -una llamada completa y la otra mínima- de los diferentes puntos de fuga. La impresión resultante es la de minuciosidad y rigor extremos en los trabajos previos al cuadro.
De vuelta en las salas de la planta superior puede verse una carpeta conteniendo grabados de los bocetos en una tirada de 59 ejemplares. Y junto a los grabados un texto. En este texto Jaime Aledo abre el frasco de las esencias conceptuales y propone una demostración del movimiento de las figuras del cuadro y los bocetos. En ese texto se habla del rey, de la veneciana que es, “por definición” republicana, del “rey atragantándose al comerse un huevo frito”, de la bandera republicana, … También aquí es inevitable recordar el “galimatías” jurídico al que se ha visto sometida la casa real con motivo de las finanzas poco claras del yerno del rey y duque consorte de Palma de Mallorca.
El texto en cuestión rezuma humor que, para reafirmarlo, termina con el clásico “demostrado” de las cadenas de silogismos de la lógica.
Entonces, ¿todo esto es una broma? ¿Tanto trabajo, tanto estudio, tanta preparación, tanto análisis, para llegar al galimatías de un rey atragantándose con un huevo frito mientras es contemplado por una veneciana sacada de una pintura clásica y, convertidos ambos en manchas abstractas?
¿Y si fuera al revés? ¿ Ysi fuera que Jaime Aledo de lo que quiere hablar es de la inútil retórica pictórica para llegar a las “inutiles abstracciones” de las que se habla en la hoja de presentación? Y si fuera más verdad que es el cuadro primero y los 38 bocetos después? ¿Y si ésa fuera la performance de la que se habla en la hoja informativa? Si así fuera, la carcajada mayúscula haría restallar su eco por todos los museos del mundo, por todos los libros, artículos, críticas y catálogos que sobre la pintura abstracta se han hecho.
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