viernes, 8 de febrero de 2013

¿SOBRAN ARTISTAS?



"Los comisarios/curadores jugamos con lo que conocemos, que reconozcámoslo, es poco. Reconocer la propia ignorancia es propio de sabios, pero sobre todo de personas prudentes y lógicas. Cada vez que salgo de mi país me doy cuenta de la inmensa ignorancia que, a pesar de intentar estar al día, de ver y leer todo lo que puedo, a pesar de que me llegue más información que a la mayoría de mis lectores, tengo con respecto a la realidad artística de otros países. Y la realidad artística no es sólo lo que reluce, sino lo que sostiene a lo que reluce. Cada día conozco artistas que no se qué hacen, de los que nunca había oído hablar… hasta tal punto que cuando me presentan a alguno del que conozco sus trabajos, me siento como si viera a alguien de mi familia. Mis amigos críticos, comisarios, de otros países me hablan de artistas singulares, brillantes..., que no conozco. Claro que yo me defiendo, haciendo lo mismo: la lista de artistas espléndidos que conozco yo y ellos no es más o menos igual de larga. Si a esto añadimos la riqueza y variedad de lenguajes, técnicas, y formatos, esta “ignorancia” es casi inabarcable e inevitable. 
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Pero incluso sin salir de tu propio país, cada vez es más difícil estar al día de las nuevas hornadas de jóvenes artistas o futuros artistas que salen de escuelas y facultades, de academias y aquellos otros que vienen directamente de cualquier territorio, legiones de personas que quieren contarnos algo, que quieren que nos fijemos en ellos, pues tienen algo que decirnos, que mostrarnos. Es imposible atender a tanta demanda. Ni los curadores/comisarios, ni los museos, ni los coleccionistas ni, por supuesto, las galerías por más que se multipliquen y sean cada vez más todos ellos, finalmente sólo quieren exponer a los mismos o a sus parecidos. Naturalmente no estoy diciendo que todos estos artistas que desconozco sean geniales e interesantes. Los miles de domingueros, anacrónicos, aburridos, copistas, huecos, repetitivos, miméticos… a esos ya los había eliminado antes de empezar a escribir."
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Hasta aquí dos párrafos de la última entrada que la valiente Rosa Olivares publica en el boletín Exit express.com. No puedo por menos que estar de acuerdo con ella en su análisis de la inabarcable cantidad de artistas que hay en la actualidad. Y eso que ella sólo habla de artistas plásticos, donde entiendo que incluye dibujo, pintura, escultura, fotografía, grabado,vídeo e instalación. No sé si incluye las artes escénicas y/o paraescénicas; teatro, danza, performance. Tampoco sé si se refiere a los músicos, en todas sus vertientes; de los clásicos a los jazzistas, pasando por el rock, el pop, el folk,  rap, gospel, crooners y cantautores, etc., etc.

Por mi parte creo que habría que añadir a los artistas del cine y la televisión, a los arquitectos, porque también la arquitectura se proclama como una de las bellas artes. A los poetas y novelistas porque también tienen derecho a considerarse artistas. A los del circo y las varietés, a los artistas de cabaret y a los de spoken words, a los creadores de videojuegos. Grafiteros y otras vertientes del street art, diseñadores de moda o de objetos, ...  A los trabajadores, en fin, de las industrias culturales todas y todos.

Y es que el arte, las artes, son hoy por hoy, en este planeta globalizado, omnipresentes. 

Y esa globalización y omnipresencia nos obliga a cambiar el concepto que del arte tenemos. Hay cambio de paradigma también en el arte, las artes. 

En un mundo en el que son "legiones de personas que quieren contarnos algo, que quieren que nos fijemos en ellos, pues tienen algo que decirnos, que mostrarnos.", ya no podemos mirar ni entender el arte como terreno privilegiado de unos pocos. Ya no es posible entender el arte producido por una minoría excelsa que pugna por hacerse con un nombre (marca) que le proporcione fama y dinero.

Cuando el dios mercado ha impuesto su democrático mecanismo de masas, todos vendemos y todos compramos algo. Todos somos artistas. Todos tenemos algo que decir, algo que mostrar, algo que vender. Cabe solamente elegir el canal de distribución por el que haremos circular nuestra mercancía. Sea la galería, el estudio, la pantalla, el escenario, la calle, el espacio atípico alquilado para la ocasión, o cualquiera de los rincones de la web: e-bay, youtube, myspace, soundcloud, o la página propia. Incluso un blog o un boletín son canales válidos. Porque en un mundo donde todos somos artistas, ya no hay arte. Sólo quedan los artistas y sus productos.

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