Ayer sábado, 02 de febrero de 2013, en un espacio de arte (Espacio B), un artista (Fernando Baena), a las 12 del mediodía, realizó una acción para un público de artistas, familiares y amigos. Entre 20 y 25 personas. El título de la acción: "Artista sobre cartón".
Al llegar al espacio se podía ver, al fondo del espacio, una pila de cartones de los usados en cajas de embalaje y sobre ellos una mochila.
Poco después de la hora anunciada para el comienzo, el artista se sentó sobre la pila y fue recorriendo con la mirada a la concurrencia. Permaneció sentado en la misma postura por un largo? espacio de tiempo. Calculo que cerca de los 10 minutos. A continuación se puso de pié sobre la pila de cartones, con lo que puso en evidencia un cierto grado de inestabilidad que le proporcionaba al apilamiento desigual de los cartones. Y desde la posición frontal fue girando en las cuatro direcciones.
La concurrencia estábamos allí, a pié firme y en absoluto silencio. Me dio por pensar sobre "lo sagrado en el arte". Esa curiosísima facultad del arte mediante la cual, alguien, a quien conocemos desde hace mucho tiempo y con quien acabamos de hablar y hacer broma ( P:¿Va a durar mucho la acción? R: Depende de vosotros, de lo que me aguantéis), ese alguien, se reviste de "artista", asume el papel de oficiante y nos administra el tiempo y el silencio. Y nosotros lo entendemos y lo aceptamos. Es arte. Más de 15 minutos a pié firme, en absoluto silencio y contemplando una nada. Lo sagrado en el arte.
Pensé que la acción ya se había cumplido. Que habíamos visto al artista en dos poses escultóricas sobre un pedestal de cartones. Y aproveché para ir a comprar tabaco.
Cuando volví, entre tres y cinco minutos más tarde, el panorama había cambiado por completo. Pude ver tres o cuatro embalajes de cartón abiertos y extendidos en el suelo. En algunos de ellos la tiza dibujaba el contorno de un zapato. Deduje que Fernando Baena había silueteado el contorno de sus zapatos y recordé una acción que Carlos Felices presentó en un ciclo de acciones de los que organizaba el Centro de Arte Moderno, en la que hacía una lectura crítica del arte de acción y describía exactamente lo que allí estaba pasando.
Continuó el artista extendiendo cartones y pintando sus bordes con anchos trazos de tiza blanca que sacó de su mochila. También sacó un libro del que no pude ver el título. La extensión del espacio cubierto por cartones fue ampliándose y la concurrencia tuvo que ir desplazándose hacia el poco espacio que quedaba libre. Hasta que ya no quedó espacio suficiente y los espectadores invadieron los cartones. Alguien comentó: "El espectador sobre cartón", pero nadie dijo nada ni se oyeron risas. Después de unir los cartones contiguos con trozos de cinta adhesiva blanca y ancha que también sacó de la mochila, buscó en las páginas del libro y escribió en uno de los cartones una frase que no pude leer, lo que si recuerdo es que arrojó el cartón en volandera hacia el público. Recordé otra acción de Fernando Baena en la que, sin previo aviso, arrojaba palos largos y gruesos hacia el público, que huía espantado por el miedo a recibir un golpazo.
Siguió el artista añadiendo cartones al suelo y cortando uno de ellos con un cortador que también había extraído de la mochila, después de consultar las páginas del libro, escribió con tiza la frase: ¿Cómo podemos vivir así? Con la cinta adhesiva fijó el cartón, ahora cartel, a la pared. Cuando vi el cartel, antes cartón, en la pared, pensé que era una interpelación directa que se nos hacía a los presentes, por lo que contesté "Mal". Nadie dijo nada y algunas personas me miraron extrañados ¿?
Repitió la operación con otro cartón-cartel que en esta ocasión decía: "En construcción permanente". Pensé en la contradicción que se construía si se unían las dos frases, con lo que la pregunta adquiría una connotación negativa hacia la no finalización de la construcción, mientras que si se leía esta última frase con independencia de la anterior, podía ser una descripción de lo que ahora se llama versión Beta de cualquier aplicación informática o espacio en Internet, que implica el proceso de mejora contínua por la supresión de errores. Son las muy conocidas actualizaciones de los sistemas informáticos.
Entonces el artista, que había extraído un transistor de su mochila, lo sintonizaba. Debido a la mala recepción le pidió a uno de los espectadores que lo sujetara para que la masa de su cuerpo hiciera de antena. Así pudimos oír un noticiario de las 13 horas, en el que los reporteros comunicaban que estaban a la espera de la comparecencia del presidente del gobierno. Fernando Baena seguía extendiendo cartones en el suelo con lo que cada vez quedaba menos espacio libre. Aproveché para salir a fumar un cigarrillo.
Tras de mí salió un hombre al que le había sonado el móvil y quería contestar. Me pregunté ¿si hubiera estado en un bar, habría salido a la calle? El hombre, de unos cincuenta años, robusto, de pelo rizado y canoso, le decía a quien le había preguntado: "Nada, el suelo lleno de cartones y va escribiendo frases y poniéndolas en la pared. Nada interesante hasta ahora."
A mi vuelta a la sala pude ver en el suelo cáscaras de mandarina y a Fernando Baena cortando trabajosamente con unas tijeras (made in mochila) lo que el cabo de un tiempo vimos que era una máscara. Sacó (mochila again) una goma elástica blanca, hizo dos orificios a los lados, ató la goma y le colocó la máscara a uno de los presentes. Hizo después otra máscara, pero no llegué a ver qué hacía con ella. Hice una última foto del hombre enmascarado y, como ya no quedaba literalmente espacio, volví a salir y traté de seguir la acción a través de las cristaleras. Vi que Fernando Baena sacaba de su inagotable mochila tres mandarinas, que lanzaba dos de ellas al público y se quedaba una. Él permaneció allí, en medio de la sala, quieto y mirando a los presentes. Entendí que había terminado, ahora si, la acción. Había durado aprox. una hora y cuarto. Cuando miró hacia mí le hice un gesto de abrazo y despedida y volví a casa.
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