lunes, 16 de noviembre de 2015

ZONA DE CONFORT / CUADERNO DE CHENGDE_09


25.09.2015 Viernes / 10:30h.

He salido de casa a la 08:30h. El día amaneció mas oscuro que claro y pensé que, igual que ayer, a media mañana se cerraría del todo y comenzaría a llover. Todo lo contrario. Ahora hace un so espléndido y la temperatura es muy agradable. ¡Y yo cargado con el tres cuartos para la lluvia! He querido entrar al recinto del Palacio Imperial porque la entrada que compré ayer para ver el templo es válida para tres días y tres lugares diferentes. Me equivoqué. Uno de ellos no es el Palacio Imperial. He seguido la muralla que rodea todo el recinto -tan grande como la Casa de Campo en Madrid- hacia el Oeste. Me he alejado bastante del centro de la ciudad. Aquí el tráfico es escaso pero el pitido de los claxons no para: pitan los taxis para llamar la atención de posibles clientes. Hay muchísimos taxis, por cierto. El servicio debe ser muy barato. Pitan las motos quién sabe por qué. Pita el que quiere adelantar. Pita el que está siendo adelantado. Pita el que avisa a un peatón. Pita el que se cruza con un conocido que, a su vez, pita. El paisaje sonoro es un concierto interminable y ad libitum de claxons. Vuelven las mujeres de la compra. Eso me recuerda que quiero comprar yogur, si lo encuentro, que no es tan fácil. Una mujer camina incansablemente moviendo los brazos en el patio del bloque de vecinos. Los bloque son de entre cuatro y siete plantas, no muy antiguos y, en los tejados, tienen termos solares para calentar el agua. Un anciano con bastón baja la calle por el medio del carril derecho, aunque la calle tiene una acera amplia. Todos los vehículos le pitan. Pasan corriendo dos voces a mi espalda. Me giro y veo que van en bicis eléctricas. De un coche que ha aparcado en la acera junto a mi, bajan tres hombres de tez broncínea. Obviamente no son de la etnia mayoritaria. El sol calienta de lo lindo. Voy a andar por la sombra. He llegado a lo que parece el final de esta zona urbanizada. No he visto paradas ni circular autobuses. Hay una zona mas abierta, con tiendas y restaurantes. También una guardería con una placa metálica de la policía. ¿Será para los hijos de la policía y los bloques de viviendas serán para policías? Yogures. ¡Al fin he encontrado yogures! No los venden sueltos, sino en el típico cartón de seis. He comprado dos tarrinas de mas capacidad que el envase de yogur que conocemos. Cuatro yuanes cada una. Definitivamente aquí la leche de vaca y derivados son caros. Me he sentado cerca de la tienda a comer los yogures. ¡Sorpresa! Están caducados y uno de ellos, abierto, tiene moho. Vuelvo a la tienda, los devuelvo. Marido y mujer no miran el moho, sino la fecha que, efectivamente está caducada. Me devuelven mi dinero y salgo decepcionado por no comer yogur y cabreado por la caradura del matrimonio. Continuo andando, giro noventa grados, a lo lejos veo una calle con tráfico denso. Llego hasta allí y reconozco uno de los arcos/puertas que ya he visto: estoy en la calle que recorrí el primer día. Veo también un autobús de la línea 1, lo que me confirma que estoy en la arteria principal hacia el Oeste de la ciudad. Por un estrecho callejón accedo a un mercadillo al aire libre donde las pescaderías venden peces, nécoras y almejas grandes y vivas. Encuentro también un supermercado y pregunto por los yogures, después de comprobar que en los arcones frigoríficos no los tienen. Me indican que al otro lado de la tienda si los hay. Allí compro otras dos tarrinas como las anteriores, pero de otra marca y cerradas. Cada tarrina 4,50 yuanes. 140 gramos. Me siento cerca del super, abro el primero, tiene muy buen aspecto y sabe estupendo, el sabor característico del yogur, pero muy ligeramente azucarado. Me como también el segundo. Cada tarrina incluye una cuchara de plástico plegable. Un buen diseño y muy útil para consumir el yogur en cualquier parte. Debo preguntar a la becaria del hostel cómo funciona aquí el sistema de fechas: ¿es la de envasado o la de caducidad la que figura en las tapas? Imagino que es la de caducidad, pero quiero confirmarlo. 
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Cae la tarde, comienza a refrescar. Mañana será luna llena. He subido a uno de los montes que rodean la ciudad. Al Sureste. En lo alto del monte, tras una carretera empinada hay un templo con cuatro pabellones. Entre pabellón y pabellón hay larguísimo tramos de escaleras empinadas. A esta hora de la tarde, 17h, el recinto está vacío. No hay guardianes en los pabellones, excepto las deidades que se cuidan a sí mismas. He hecho muchas fotos y lo mejor, en el último de los pabellones, en un pasillo inesperado, una estupenda serie de grabados en pizarra que parecen contar una historia. En una placa en inglés explican que aquí estuvo, o que lo fundó, un tal Zhong, creador de las artes marciales, pero hoy, en una parte del recinto dedicada al ¿esparcimiento? Hay una galería de tiro, similar a una gran caseta de tiro de feria, donde se dispara con ametralladoras de gran calibre. Al llegar a lo más alto una estupenda vista de la ciudad con sus cientos de gigantescas torres de viviendas. Viendo este paisaje, la ciudad puede tener cuatro millones de habitantes. Comienzan a encenderse las luces de la ciudad. Voy en busca de mi cena. …………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. …………………………………………………………………………………………….

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