27.09.2015
Domingo 11h.
Un
recuerdo especial para A.M.O. El día 27.09.1975 fue un día especial
para nosotros. ¡Hace 40 años! Mindfulness. Otro día estupendo de
cielo azul. Algunas nubes altas y blancas corren el cielo hacia el
Noreste. He salido del hostel a las 09h. He andado unos doce km y,
después de un buen rodeo, estoy sentado a la puerta de un gran
templo ¿El Potala? No se si es porque el templo es grande y famoso,
porque es domingo o porque hoy se celebra el festival del Medio
Otoño, el caso es que la explanada exterior está llena de gente. Y
continúan saliendo del interior. También debe ser el templo más
folclórico: guardando la salida hay dos hombres “disfrazados”
de chinos. Hablando de tradiciones, hoy se comen unos dulces típicos
que llaman “galletas de la luna” -El festival se celebra en luna
llena-. Sin saberlo, el otro día compré una de esas galletas que
son pequeñas tartaletas rellenas de nueces y lo que me parecieron
higos secos. También a la salida del templo, imagino que para un
descanso, las que parecen ser vigilantes o cuidadoras. Son mujeres
vestidas con el tradicional “quibao” (chibao). Cerca de la
entrada al templo puedo distinguir cientos de puestos de venta. Aquí,
a la salida, sólo hay una mujer asando mazorcas de maíz, tes o
cuatro vendedores de frutos secos y otras tres o cuatro mas
vendedoras de las típicas ruedas de cuentas musulmanas. El templo
está situado ya lejos del centro de Chengde. No se si es otra
población o demarcación administrativa, lo que si es cierto es que
en esta zona se ven muchas personas de rasgos mongoles o quizás
iuigures. He comprado en el camino, pero ya en este núcleo de
población, dos yogures como los que compré el otro día. Conservé
entonces la tapa porque no entendía la “tipografía” y he pedido
al gestor del hostel que me la tradujera. Algo así como yogur
tradicional de Mongolia Interior.
Son caros, pero están muy buenos. En la zona de Chengde que he
atravesado se notaba el domingo. Reviso las notas y veo que el
domingo pasado lo dediqué a recorrer la línea 1 de autobuses de
principio a fin. Tal vez por eso no noté la gran disminución del
tráfico. También se nota en el centro de la ciudad, que hay muchas
tiendas cerradas y muchos más mercadillos provisionales abiertos. He
atravesado uno dedicado al pescado. Peces
planos y redondos, grandes y pequeños, langostinos, nécoras,
muchísimas nécoras y cangrejos de mar. Enormes. Cañaillas grandes
como puños, y no exagero. Aunque en la oferta de los restaurantes
abundan las carnes, no faltan los pescados que suelen se grandes y
estar vivos en acuarios a la entrada. Pero por el tamaño son como
para comer entre varios. En el largo rodeo que he dado para llegar
aquí he podido comprobar que aquí también llegó el boom del
ladrillo. Y que también llegó la burbuja inmobiliaria. Grandes
urbanizaciones a medio construir y, al lado, otra gran urbanización
ya acabada de construir y vacía. Con
maíz plantado
en medio de los patios de losetas. Así como ayer, en medio de la
vegetación no pude ver ni oír un sólo animal, hoy he visto las
“huellas” negras y redondeadas de las cabras. He oído grillos y
visto saltamontes de diferentes tamaños y colores. Lo que no se ven
son pajarillos, excepto
los enjaulados.
Desde arriba de la colina que domina el templo de Punin se ven los
tejados de varias urbanizaciones cercanas. En algunos hay placas de
energía solar. En los mas, termos con tubos calentadores de agua. He
vuelto a Chengde centro y, de nuevo la poesía cutre: hay muchísimas
flores. Arreglos
florales en
macetas … en
medio del tráfico. He visto una gran bandada de gorriones. Los
ha asustado un imbécil con un tirachinas. Los tirachinas los venden
en los mercados y son como profesionales, por la fabricación de la
horca que sirve de mango. Los pajarillos han volado un centenar de
metros y han vuelto a ocultarse entre la maleza de hierbas que hay
hasta casi el centro del río. He venido a sentarme a esta orilla
porque he visto una instalación para hacer ejercicios y quería
verla de cerca y también buscando una zona de sol y sombra porque
ayer, en la otra orilla, a pleno sol, me resfrié un poco. También
para
huir de la contaminación que hace que se me seque y me pique la
garganta. Tendré que comprarme filtros-máscarillas
de las que aquí lleva mucha
gente. ………………………………………………………………………
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Los
pequeños restaurantes como este en el que estoy sentado tomando una
cerveza la tarde del domingo, suelen ser vivienda y lugar de trabajo.
No hay horarios; todo el tiempo es actividad. Estos son los
auténticos autónomos. Y hacia eso nos lleva el sistema
hipercapitalista que comparten Oriente y Occidente. Las tardes del
domingo, por lo menos de este, son los únicos momentos de poco
tráfico y poca actividad. ………………………………………………………………………
He
conseguido afeitarme. He tenido que organizar una pequeña movida de
mesa-televisor-cama-periódico y espejo, pero finalmente he dejado mi
barba en estado de revista. El gerente del hostel (Qué cerca de
“hostal”) ha venido a mi habitación y me ha invitado a un tazón
de “porrigde” de almendras, insípido y frío y dos porciones de
“galleta de la luna”. Cuando he vuelto de cenar el grupo familiar
que regenta el establecimiento estaban cenando. El joven gerente ha
salido a invitarme porque hoy es día de fiesta: El Festival del
Medio Otoño. Como acababa de cenar no he podido aceptar la
invitación, pero se agradece el detalle. Como todas las fiestas del
calendario lunar, no es a fecha fija, pero no deja de ser extraño
que celebren la mitad del otoño cuando acaba de comenzar. Otra cosa
que también me choca es que en todo el territorio chino, Taiwan
incluido, rija el horario de Beijing. En las zonas cercanas al Tibet,
por ejemplo, las tiendas deben abrir a las doce de la mañana (hora
solar) mientras en Beijing lo hacen a las nueve (hora oficial). Y a
la hora del cierre, si en Beijing cierran a las 21 (hora oficial), en
esas zonas del Oeste, deben cerrar a las 24 (hora solar). Política
china. ……………………………………………………………………… ………………………….. ................................................................
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