29.09.2015
Martes / 11h.
Como de
noche he dormido mal, me he levantado algo mas tarde de lo normal.
Después he ido a cambiar dinero. El Banco del Pueblo de China (Banco
de China) me ha pagado 30 céntimos más por cada euro. No se si
porque se ha apreciado el euro, se ha depreciado el yuan o porque en
las oficinas de cambio del aeropuerto roban más. Ahora, por un euro
me dan 6,9… yuanes. Preguntar y que me entiendan y entender que
sólo cambia moneda el Banco de China. Preguntar dónde está el mas
próximo, que me lo expliquen y lo entienda, para mi es un progreso.
Luego he venido al parque con instalaciones para ejercicios físicos.
A esta hora ya hay poca gente y he podido probar unos cuantos
aparatos. Sencillos y eficaces. Nunca antes había usado uno de
ellos. Compruebo que exigen poco esfuerzo y que cada uno trabaja
sobre músculos y zonas del cuerpo diferentes. Algo ya sabido, por
supuesto, pero la experiencia es nueva. Me gustan especialmente unas
espalderas con rodillos verticales. A mi espalda poco, o mejor dicho
nada, acostumbrada a dormir sobre una tabla como duermo ahora, el
masaje de estos rodillos le sienta muy bien. Esto de probar las cosas
tiene su aquel. Nunca antes había probado a beber agua caliente.
Beberla como bebida. Los chinos suelen invitar a hacerlo: “Ven a
tomar el agua” y en algunos restaurantes la sirven nada mas
sentarte a la mesa. Debo decir que sin que me guste, me sienta bien.
Es otra experiencia diferente. Con las comidas pasa un poco igual. A
pesar de que puedes elegir el
plato por fotos -de los nombres conozco muy pocos y la cocina
china es amplísima- lo que te encuentras cuando te sirven es siempre
una sorpresa. Descubrir las texturas y los sabores, identificar lo
que comes por sí mismo y no por el nombre, es también una nueva
experiencia. Irán pasando los días y reconoceré las cosas antes de
comerlas, pero por ahora, cada día tiene su descubrimiento.
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He
pasado un buen rato buscándola, pero por fin la
he encontrado: es una sala
de lectura no muy grande, pero con mesas
corridas y muchas sillas. Por supuesto, aunque llega el ruido de
la calle, que es una de las principales, aquí hay un silencio
amoroso. La mayor parte de la gente que está aquí son jóvenes
estudiantes -ellas- y luego personas mayores que visitan una gran
sección de prensa diaria. Apenas hay un par de chicos y uno de
ellos está con su novia. La biblioteca tiene wifi y la clave está
en las paredes; “usuario: guest, contraseña: guest123”. Dentro
de muy poco no será necesario el chino para venir aquí. Con el
inglés será suficiente. Por la gran cantidad de gente joven que lo
habla y la cantidad de rótulos y avisos públicos que están
traducidos. Por ejemplo las señales viales de direcciones están en
bilingüe chino-inglés. Y por si eso fuera poco, con los programas
traductores de voz de los móviles, la barrera del idioma deja de
serlo. Pienso venir mucho a este espacio de silencio que me permite
escribir y estar protegido de la lluvia o el frío.
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