¡Hola!
Hola.
¿Quién es usted y qué hace aquí? Esto es una novela privada.
Bueno,
yo soy Pascual. El gran Pascual. Don Pascual. Yo soy el hombre que
vive con dos mujeres. Desde los años cincuenta. ¿Se da usted
cuenta? Soy el orfebre, soy el tallista, soy ex-cantante, fui
protegido de una gran dama, porque la cama se me dio bien, engañé a
nazis, salí de España cuando la guerra, hice el amor en París,
volví a mi casa, años de hambruna, dos hijos le hice a mi mujer,
fui presidente de un sindicato del espectáculo en vertical, imité
joyas que estraperlé por buenas, escribí un libro del que no hay
par, un libro experto, para poetas, donde la rima es primordial, un
libro entonces de desinencias, cada palabra empieza al final, un
libro entonces que editó Espasa y ascendí a cargo en la editorial.
Hoy retirado vivo en el campo, con dos mujeres, como sabrá, no me
pregunte sobre ese tema, un caballero siempre es discreto y un hombre
macho no debe llorar. Soy un fantasma de lo que fui, yo era alto y
rubio, cual la cerveza, ahora el Parkinson me pone a mil, no sé que
pinto yo en su novela, me lo explique, haga el favor y, si no puede,
que lo comprendo, tráigame algo que me remedie, soy viejo y verde,
comprenderá: una revista de estas de ahora, con desplegable, con
colorao en la central. Me voy, me marcho que ya me llaman, tengo una
cita con el abad, un hombre sabio, alguien que entiende, el capitoste
del Escorial, no se preocupe no diré nada que a usted le pueda
comprometer, vuelvo mañana, por si las moscas y las revistas, a mis
mujeres no les pregunt, ellas tampoco responderán, yo soy muy mío
para mis cosas, por donde vine ya me estoy yendo, nunca me olvide,
soy Don Pascual.
Orden.
Orden. Orden. Cuestión de orden. No podemos permitir que los
personajes entren y salgan a sus anchas, sin pedir permiso ni a dios
ni al diablo. Una preproducción no es el lugar adecuado para un
personaje.
Estás
muy, pero que muy equivocado. Una parte importante, qué digo
importante, importantísima, de toda preproducción es el casting. La
selección de los personajes. La definición de los caracteres. Y
hasta de sus ropas.
No
puede ser. Me opongo. Me niego en redondo. ¿Dónde queda entonces la
libertad de creación? Si todo hay que fijarlo de antemano, qué
lugar dejáis para la santa, libre y gloriosa improvisación. ¿No os
habéis enterado todavía de que las novelas se escriben solas? ¿No
sabéis que los personajes tienen su propia vida y hacen y deshacen a
su gusto y antojo? Y como prueba bien evidente ahí tenéis a ese tal
don Pascual. Apareció cuando quiso, nos ha soltado lo que le ha dado
la gana y se ha ido cuando ha querido. ¿Qué vamos a hacer ahora,
eliminarlo? ¿Seréis capaces de cargaros a sangre fría lo único
espontáneo, lo único verdaderamente creativo con que nos hemos
tropezado hasta ahora?
Bueno,
bueno, ya basta. A ver si es posible que avancemos un poco. Os
recuerdo que nos queda mucho trabajo por hacer y que no tenemos todo
el tiempo del mundo. Yo entiendo lo que dice A. Es cierto que durante
el periodo de preproducción se definen los personajes y sus modus
vivendi, pero también entiendo a B. Hay que dejar un margen de
maniobra. No se puede dejar todo atado y bien atado. Ni nosotros
somos él, ni esto es el testamento político de nadie. Tendremos que
llegar a algún acuerdo.
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