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Consulta Económica de 7 a 8. Farmacia. Calle de Lavapiés. Farmacia
10. Coloniales. Plaza de Lavapiés. Calle del Olivar. Todo es pintura
y todo es pintable. Y, a veces, la vida se vive así. Ahora,
apréndete lector el paisaje. Te resultará conocido y lo verás más
veces. Es todo tuyo. Luz, de atardecer de Junio. Con el sol a las
espaldas. Al frente: nube oscura. Hueco claro. Edificio a rayas.
Edificio bitono siena tostada / pardo Van Dick. Tejados curvilíneos
negro asfalto. Pared hueso al sol. Hotel Cuzco. Edificio marrón
aluminio. Edificio gris hormigón. Ministerio Eurobuilding. Reverbero
en franjas blancas. Masa de azoteas inseparables en la profundidad de
campo. A la izquierda, en primer plano, tubos, motores, extractores,
calderines, antenas. Terraza. Cruz Roja. Triple edificio blanco
parduzco junto a una crema pared de rojas tejas. Terraza corrida de
blanco ceniza. Nube rosiblanca, nube rosinegra. Hueco. Línea clara.
Franja oscura. Hueco. Nubarrón. Algodón difumino amarillo sobre mí.
Y al fondo, un rojo entreverado en plomo. Edificio comercial.
Edificio de apartamentos. Sede de banco. Casitas bajas. Recovecos
solitarios. Terrazas. Edificios de aluminio gris y cristal negro.
Edificios de hormigón y cristal. Edificios de hierro y cristal.
Edificios de cristal y cristal. Al rojo ladrillo y al gris hormigón.
Un movimiento de naranjas y grises en el cielo. Vencejos y
golondrinas.
En
Octubre vino la marchante que no lo era. Rubia de ojos azules y
gallega. Licenciada en arte. Del que sólo estudió tres años y muy
poco. Hace esto por amor al arte. No cobra por ello, gana si tu
ganas. Hay que hacer hueco a los que empiezan. Un cuadro debe tener
su sitio. Como el frigorífico y la televisión. Un sitio suyo,
propio. Hay que tener el sitio para el cuadro. Y el cuadro no sabe si
es bueno o malo. Sólo si siente la sensación de que te transmite
algo. Un cuadro lleno de color le transmite claustrofobia. Le
disgusta la sensación de claustrofobia. Otro cuadro le recuerda a un
fauvista que le salió una vez en un examen de oposición. Y no sabía
por donde cogerlo. No ha vuelto a ver aquel cuadro. Allí los rojos
eran amarillos. No supo nunca de quién era. El hombre con el que
vive tiene un cuadro en un pasillo de 90 centímetros de ancho. Él
no entiende. Un cuadro tiene que tener su sitio. Él le regaló un
cuadro volumétrico porque sabía que a ella le gustaba. A él no le
gustaba pero se lo regaló. Lo tiene puesto en su sitio. Un sitio
donde puede verlo. Se lo compró a un pintor que expuso por primera
vez en Elígeme hace poco. Muy salvaje. Muy agresivo. Hay que
desacralizar el arte pero cree que no es tan grave. No le importa la
técnica, hay que dar una oportunidad a los que empiezan. No puede
prometer nada. Y desde luego nunca antes de Marzo. Y no podrá ser
todo el local. Ahora tiene la política de hacer dos exposiciones al
mismo tiempo. Dos cosas distintas y raras. Para que la gente note que
hay algo en las paredes. La exposición actual es de batiks. Ella
nunca había podido tocar las telas. El tacto es algo tan fino como
no lo conocía. Y vistas con lupa son preciosas.
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