Exquisita
de Excayola. Gata. Nacida en Madrid. Inteligente gata pedigüeña.
Fuck you. Con música heavy. Me das un masaje, que tengo el hombro
cansado. ¡Uy! ¡Uy! Despacito. Tiene algo de pajarito desplumado. Ha
vaciado el bolso sobre los módulos y se empeña en ordenarlo
buscando algo. ¿Tienes un cigarrillo? ¡Uy, qué de ellos! Dame otro
para luego. Y se baja las hombreras por ambos lados. Mira recto y
corto. Abre el monedero que, a su vez, al viejo estilo, guarda otro
pequeño monedero dentro. ¿Quieres un collar de auténticas perlas
Majórica? No gracias. No quiero cerveza. Al inclinarse para encender
el cigarrillo deja ver un seno redondito y erecto. Culibaja. Panty
negro y pata de gallo. Si espera. éste te pasa algo. O si no éste.
Van a medias. Oye, cuqui, no tendrás veinte duros o cinco duros pa
dejarme. Es que no tengo ni una pela. Y así, poquito a poquito …
A
decir verdad, Exquisita de Excayola también nació en Béjar. Y en
Valdehijaderos y en San Roque y en Puertollano y en Villablinos y en
Ceuta o Melilla. Y la historia se completa con otras muchas
geografías y biografías. ¡Hola! Soy yo. ¿Sabes quién? Ah, bueno.
¿Dónde has estado? Ah. Te llamamos el viernes y no estabas. Y venga
llamarte y tu so golfo en el Luxemburgo ese. Cariñosa. Morena
ojiparda. Madre de dos y deja en paz a los niños. Madre de tres y
mis hijos conmigo siempre. Aunque me ayudan mucho. La mayor sobre
todo la pobrecita. Oye, ¿quieres que te diga una cosa? Eso, que no
me importa nada tu historia del colegio. Oye, ¿de verdad que a ti no
te afecta el champán? Es bueno este. Es francés, ¿no? ¡Uy qué
borracha estoy! ¡Ah! Que eres tímido. Como todos. Todos sois
tímidos. Pero yo los veo venir. Me cabrea mucho que digas eso. Con
el único hombre con el que yo me he acostado ha sido con mi marido.
No, no es un tiempo perdido. He hecho lo que creía que tenía que
hacer. Pero mira, a mi me viene uno a la oficina. Y se queda fijo,
con los ojos en blanco. ¿A qué hora sales? Yo salgo cuando me da la
gana. Aunque el tío sea un tarzán de ojos azules. Como a mi jefe,
que está todos los días ¿Se viene a tomar café? Y esta mañana le
digo: Venga, vamos a tomar café. Se pone a temblar como un flan y me
dice ¿Ahora se llama así? Es que las mujeres necesitamos otro
ambiente. Y es otra cosa que lo rodea todo. Mira, gilipollas, te
estoy hablando en serio. ¿Tú entiendes lo que yo
te
estoy diciendo? Es
que somos distintas. Mira, hay otro en la oficina que es que le ves y
es algo maternal. Siempre va con camisitas y corbatitas de cuero
estrechas. Y es un listo que se las pela. Yo prefiero que se les vea
venir. Que sean claros. Que te miren y te lo digan. Pero a las
claras. Que es que los ves venir. No, tú no. Tú eres un tío
cojonudo. Gilipollas. Serás cabrón. Eres un hijo de puta. Todos
somos hijos de puta. Pero no me digas eso que me cabrea. Te estoy
hablando en serio. Yo de cría odiaba a los hombres. Después de
conocer a mi padre yo odiaba, bueno, más que nada también les tenía
miedo. Pero a mí eso de que me tocara un chico. Bueno, volvíamos en
pandillas del Instituto. Pero eran mis vecinos, no sé. Yo no les
consideraba chicos. Eran mis vecinos. Que si una vez yo les pegaba,
ellos me zurraban el doble; y si yo les apedreaba, ellos me
escalabraban. Estamos todos escalabrados. Lo dice Exquisita y basta.
El
Savoll. Viernes noche. Exquisita de Excayola. Funcionaria de
prisiones. Saliendo del Teatro Real. 3º Centro de Arte Dramático.
Tropezando en el semáforo con la cita. Ya era hora. Es la primera
vez que me toca esperar. A mí que siempre llego tarde a todas
partes. Esta mañana me he levantado a las ocho. Así que mientras me
visto y paro un taxi. Y como voy sin gafas. Me llaman la abanicos.
Pero siempre pica alguno. Separada. Dos hijas. Doce y nueve. Es muy
difícil aguantar a un borracho. Y no te puedes enfrentar. Es más el
peso de la presión social. Vas a la comisaría, se ríen de ti. En
el trabajo, tu madre. Todo te obliga. No. No. Es muchísimo más
difícil para la mujer. Lo del rodillazo en los huevos es peor.
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