jueves, 2 de marzo de 2017

POSTPRODUCCIÓN_7


      J. A., el Aba, es escritor. Guionista de programas para TV y radio. Y anda metido en algunas cosas de vídeo. Entre los treinta y cinco y los cuarenta. Soltero. Moreno. Sobre el metro setenta. Delgaducho y algo desdibujado, con un pecho que se abomba a la altura del plexo solar como quilla de barca. J. A., el Aba, es noctámbulo empedernido, buen bebedor de güisqui y derrochador de ingenio en píldoras maliciosas que aplica a cualquiera de los muchos conocidos y conocidas que se le acercan.

      Sobre el pequeño escenario del fondo, cuando por fin han quitado la música y apagado las luces, Pedro Reyes presenta sus personajes: obreros de la música, peones del espectáculo, reporteros deportivos como Pepe Difícil, que trasmite sus crónicas subido en el mismísimo balón con el que se juega y cosas por el estilo.
      En el sótano, debajo del escenario y junto al camerino, Luís Pastor y Roque Narvaja juegan una partida de billar eliminatoria, para el campeonato que ha organizado Carlos Tena. El silencio es obligado, como lo son el chaleco y la pajarita para los jugadores. Los jugadores no son muy expertos que digamos y como las carambolas tardan en subir al marcador, Narvaja comenta divertido: que canten ellos. Que se suban ellos a un escenario a ver que tal lo hacen. A pesar del silencio obligatorio, el corro de mirones ríe abiertamente.
      J. A., el Aba, se retuerce una comisura del bigote mientras comenta: Pues si señor, me ha jodido tu Operación Vídeo. Porque escribes muy bien, ¿sabes? Sin coba, está muy bien escrito y te engancha. Pero llegas al final con una sensación extraña que te deja jodido.
      Mario Alfares levanta las cejas mientras se lleva el vaso a la boca y bebe un trago. Luego, arqueando el cuerpo hacia adelante pregunta: ¿Pero por qué? ¿Por algún personaje? ¿Por como está escrito? ¿Por qué te jode? Hasta ahora nadie me había dicho nada de éso.
      Pues mira, no lo sé exactamente, pero te quedas diciendo mira, aquí me la han metido y no sé por donde. No recuerdo en que capítulo es en el que hablas de Antonio no sé cuantos, premio de literatura, y la hija del de la bañera, y dices, bueno, ahora se va a liar con ella. Y no pasa nada. Te quedas jodido. Por cierto que en otro capítulo piensas, bueno, ahora va a hablar de sexo. Pues tampoco. Y cosas así.
      Ciertamente desconcertado por la parrafada, Mario Alfares vuelve a tragar un sorbo de güisqui con agua porque ya es el tercero de la noche y hay que conservarse. Mientras bebe, recuerda de pronto que lleva años acudiendo al Elígeme, pagando puntualmente todas sus consumiciones e invitaciones y que nunca ha sido tratado como cliente habitual. Algo parecido le ocurre con el Aba. Después de varios años, todo lo que les une son algunas risas de clorhidrato, algún comentario sobre los culos redondos y minifalderos que pasan por delante, la típica pregunta para salir del paso sobre conocidos comunes y pare usted de contar. A pesar de eso, el Aba es, de los que han leído hasta ahora la novela, el que más se ha acercado al secreto. Aunque en lo del sexo anda desencaminado.
     Pero espera, dice Mario Alfares después de beber y pensar, hay un capítulo en el que habla de todas la experiencias sexuales, y se dice que cada una es la primera.

No hay comentarios: