He visto dos ¿performances? en ese extraño evento que hay en el número 77 de la calle Fuencarral de Madrid. Una el día 27 de septiembre de Edmundo Torres. (Había otra de esta misma persona anunciada para el día 21, pero no se realizó, aunque nadie de la organización lo avisó ni dio justificación alguna). De la ¿performance? del día 27 sólo puedo decir que vi a un payaso haciendo el idem, entendiendo por payaso lo más peyorativo del término.
Un hombre (si hacemos caso del nombre) ridículamente vestido y ridículamente enmascarado, con otro muñeco en la mano y dirigiéndose a la gente -la poquísima que había, por suerte para él- atiplando la voz con un lenguaje apropiado para niños de dos años y medio, porque para los de tres ya no es de recibo. Creo que la fotografía habla por si sóla.
La segunda ¿performance? que he visto, el sábado 5 de octubre, es la de Karla Frechilla: "Pintura sobre cristal". Karla Frechilla pinta sobre el cristal con soltura y limpia los pinceles y sus manos -que también utiliza para dejar huellas en el cristal- en un mandil de plástico que lleva sobre su propia ropa. Karla Frechilla es, además, directora creativa en una pequeña agencia de publicidad. Es de esperar que en esa profesión tenga los conceptos más claros que en estas lides de la ¿performance? Porque si a lo que ella hace con soltura se le puede llamar performance, habrá que decir que también lo es lo que hacen los "plenairistas" y los participantes en los concursos de pintura rápida del Retiro madrileño.
Por supuesto que todo el arte es acción, es decir, hacer arte necesita de la acción de hacer, pero una cosa es pintar y otra muy distinta hacer una acción. Sobre esa diferencia hay dos acciones de Isidoro Valcárcel Medina que ilustran perfectamente la diferencia. En la primera acción Isidoro Valcárcel se situó frente al Palacio de Comunicaciones de Cibeles, armado de caballete, tela, pinceles, paleta y tubos de pintura y realizó todos los movimientos que un pintor realiza para pintar, excepto el de pintar. No pintó nada. Hizo una acción sobre la pintura que tiene muchísimas lecturas, todas interesantes. Pero lo que fundamentalmente hizo fue la acción de pintar en sí misma, no hizo una pintura. Y esa es la gran diferencia con la ¿performance? de Karla Frechilla, que no hizo una acción, sino que sólo pintó.
La segunda acción, digamos pictórica, de Isidoro Valcárcel la hizo en el MACBA, cuando el museo barcelonés le pidió una "obra". Isidoro pidió una buena cantidad de dinero por su trabajo y, cuando aceptaron el precio, pintó de blanco una pared blanca del museo. Claro que, para justificar el coste de su trabajo, pintó la pared con un pincel del 8. ¡Blanco sobre blanco con un pincel del 8! Una acción donde la pintura es lo de menos.
Cuando Karla Frechilla sepa apreciar la diferencia, no dejará que a su trabajo le llamen ¿performance? Podrán llamarle show pictórico sobre cristal y con música de bajo eléctrico y soplidos de acompañamiento, como fue lo que pasó el sábado. Para entonces, es de esperar que también los dos comisarios-organizadores del evento "Espacio+Identidad" hayan aprendido también la diferencia entre el arte y el espectaculillo barato. ¡Ojala! (¡Oh Ala!).
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