jueves, 12 de enero de 2017

OPERACIÓN VÍDEO_08


En esto se abre una puerta excusada. Entra un conde, luego un can, después nadie, luego nada. El conde y el can se asoman a la estancia y comprenden que no es éste el momento ni el lugar; hacen un corte de mangas que resulta especialmente complicado en el perro, y se van por donde han venido.
Exterior noche. Calle céntrica pero no importante. Toda la secuencia está montada a un ritmo de catorce o quince fotogramas por segundo, es decir, cámara rápida ma non troppo.
Por la acera de enfrente de la cámara pasa Camilo José Cela y Trulock abrazado a dos jóvenes y esculturales modelos.
Una de ellas es negra y va vestida de conductora de Rolls Royce, con gorra de plato blanca y capa también blanca. A la otra, que la vista don Camilo. A mitad de cuadro se cruzan con don Gonzalo Torrente Ballester que viste de ciego y lleva un lazarillo con un cartel que dice: Del Tormes. Don Camilo saluda a don Gonzalo levantando la gorra de plato de la negra. Don Gonzalo saluda agitando su mano libre en dirección a la cámara, y dando la espalda a don Camilo y acompañantes.
Toda la escena tiene lugar frente a un portal con puertas de aluminio anodizado y cristal. La fachada del edificio es de ladrillo visto y no visto, porque es de noche. Frente al portal para un taxi del que baja Carolina de Mónaco, empuja a los escritores que estorban su paso y se dirige al portal. Saca una llave, abre la puerta y desaparece en el interior.
Interior noche. Rellano de escalera. Carolina de M …, saca un espejito del bolso y se sitúa debajo de la bombilla que alumbra el rellano. Pone el espejo a la altura de su trasero y de reojo, comprueba que se marcan perfectamente las bragas bajo el vestido de algodón ceñido que lleva. Luego saca sus llaves y abre una puerta. Entra y cierra mientras a comenzado a sonar el leitmotiv de “La pantera rosa”. Si lo ves de pena, encadena.
Mismo comedor que antes. Interior noche. Todo está un poco más desordenado. Entra Carolina. El autor se levanta y corre hacia ella con los brazos abiertos. Carolina abre también los brazos. Abrazo del tipo “Love story” pero a cámara rápida. El autor conduce a Carolina hacia el sofá.
Cuando ella le adelanta él le mira el trasero en el que se marcan las bragas bajo el vestido. El autor se vuelve y mira a cámara mientra guiña un ojo. Ambos se sientan. El autor se levanta y sale por una puerta. Carolina saca del bolso una garrafa de perfume y literalmente se ducha en colonia. Vuelve el autor trayendo una botella y dos copas. En la botella una etiqueta dice: Orujo clandestino auténtico. Con la garantía de Coca-Cola del Mundo. Brindan, beben, se besan, se abrazan y se deslizan hasta desaparecer por la parte inferior del fotograma. No funde a nada porque en menos tiempo del que se tarda en fundir un negro, el autor vuelve a aparecer en pantalla, deshaciéndose de los brazos de Carolina y corriendo hacia el ordenador. Se sienta y comienza a escribir moviendo exageradamente las manos al hacerlo. Como quien interpreta a Chopin. Cámara a Carolina que se ha quedado en el sofá con un codo apoyado mientras con el otro brazo hace girar unas bragas rojas y con encajes, alrededor de su dedo corazón. Corazón, no me quieras dejar corazón, silba entre dientes. El autor sigue a lo suyo. Tan enfrascado que se le ha vuelto la cara como una pantalla y ya no se le distinguen ni los ojos ni la boca ni ná de ná.

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