POSTPRODUCCIÓN
Otra
vez vuelta a empezar. Una postproducción no es ni más ni menos que
eso, volver a empezar. Beguin de beguin y vuelta la burra al trigo
que decía mi abuela. También Eisenstein decía lo mismo sólo que
de otra forma: el cine es el montaje. Y buena verdad es. Replanteemos
el problema: con unos materiales dados, construir una novela. O dos o
tres, o las que se puedan. Es eso de la sinergia. Dos y dos no serían
cuatro, sinco cinco o seis o más en función de la sinergia que se
le eche al asunto.
Al
autor le ha servido. Por eso sugiere al lector que en una acto de fe
ciega, cante, en voz baja, eso sí, “¿Dónde está la clave,
matarile, rile, rile?” Al final siempre aparece.
El
niño era ya un chaval. Y allí en el campo hay que arrimar el
hombro. Padre Padrone. Cuanto antes mejor. El chaval ya sabe
manejarse con la motoguci. La lleva y la trae por el patio, aunque
los serones que cuelgan a los lados están vacíos. El día de llevar
las olivas a la almazara ha llegado. El padre debe atender otros
asuntos importantes. Que vaya el chaval. Y si tiene algún problema
que llame a la necesidad.
A
cien metros de cumbrar, tras lenta agonía, la motoguci calla.
Por
el repecho abajo, filtrándose en el aire de encinas y alcornoques,
hasta los vacíos tenados, rodando por los sotillos de los apriscos,
la voz doliente, asustada y urgente del chaval llama: ¡Necesidad!,
¡Necesidad!
De
vuelta a casa, secos los mocos y las lágrimas con la alegre brisilla
de la motoguci, viene orgulloso el relato: Y como no vino nadie,
arrastré las seras hasta lo más alto y subí como pude la motoguci,
la apoyé en el ribazo y la cargué otra vez. Luego me monté cuesta
abajo y arrancó.
Vaya
si vino, chaval. Vaya si vino. Siempre viene.
Postproducción.
Secciones
de revelado, etalonaje, copiado, cortado, montado, sonorizado,
rectificado, editado y finalmente querido lector que aún sigues
después del FIN, finalmente emitido este producto que tienes en tus
manos, encima de la mesa o debajo del sobaco cuando lo apagas.
Comencemos
por el principio. Tiene razón J.G. cuando dice que el capítulo más
importante del libro es el último. Y estoy seguro que no lo dice por
ser mujer. De hecho, la primera idea sobre el libro, las primeras
líneas escritas y el primer título del libro, todo al mismo tiempo,
fue ella. Exquisita de Excayola. Acto seguido nació su paredro:
Iluso Alfares. Luego llovió bastante sobre el tema y al final el
resultado es el que ya conoces.
A
cien metros de cumbrar, tras lenta agonía, la motoguci calla.
Por
el repecho abajo, filtrándose en el aire de encinas y alcornoques,
hasta los vacíos tenados, rodando por los sotillos de los apriscos,
la voz doliente, asustada y urgente del chaval llama: ¡Necesidad!,
¡Necesidad!
De
vuelta a casa, secos los mocos y las lágrimas con la alegre brisilla
de la motoguci, viene orgulloso el relato: Y como no vino nadie,
arrastré las seras hasta lo más alto y subí como pude la motoguci,
la apoyé en el ribazo y la cargué otra vez. Luego me monté cuesta
abajo y arrancó.
Vaya
si vino, chaval. Vaya si vino. Siempre viene.
Postproducción.
Secciones
de revelado, etalonaje, copiado, cortado, montado, sonorizado,
rectificado, editado y finalmente querido lector que aún sigues
después del FIN, finalmente emitido este producto que tienes en tus
manos, encima de la mesa o debajo del sobaco cuando lo apagas.
Comencemos
por el principio. Tiene razón J.G. cuando dice que el capítulo más
importante del libro es el último. Y estoy seguro que no lo dice por
ser mujer. De hecho, la primera idea sobre el libro, las primeras
líneas escritas y el primer título del libro, todo al mismo tiempo,
fue ella. Exquisita de Excayola. Acto seguido nació su paredro:
Iluso Alfares. Luego llovió bastante sobre el tema y al final el
resultado es el que ya conoces.
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